Mucho sabemos del rey que un día gobernó un imperio, Felipe II. Mucho sabemos de su religiosidad, de su "fanatismo" y de su afán por sacar un imperio que cada dos por tres entraba en quiebra... Felipe II es conocido por una cosa u otra y casi siempre su historia se mezcla con el esoterismo o el morbo. Sin embargo, pocos saben que una muchacha de 21 años fue capaz de robarle el sueño a este rey.
Lucrecia de León (Madrid 1567) era una muchacha de clase media, hija de un legado, un funcionario del estado. No había recibido ningún tipo de educación, al menos no la educación erudita tal y como la podemos conocer hoy día, pero si que tuvo un tipo de cultura popular que en la época era casi más importante que la erudita. Recibió lo que hoy se puede denominar la educación de la calle, eso hizo que fuera una muchacha muy observadora y captara las cosas solo con verlas. También su casa fue como una gran centro docente donde iban multitud de personas de distintas clases, vivía en un barrio céntrico y se rodeaba de gente de todo tipo de clases, teniendo amistad con una morisca de la que aprendió mucho sobre los sueños y con varios profetas de la época como Miguel Piedrola, el soldado-profeta. Se puede decir por tanto, que Lucrecia fue una muchacha inteligente. Desde muy jovencita, desde niña según su madre, Lucrecia tuvo una serie de sueños en las que predecía una serie de hechos y consideraba a Felipe II como un mal rey y padre. En sus sueños la guiaban tres hombres, siendo el más importante el Hombre Ordinario, quien como si de un preceptor se tratara, le enseñaba sitios y hechos, que ella desde su casa nunca habría visto. Desde mi pronto sus sueños llamaron la atención de dos personajes: Don Alonso de Mendoza y Lucas de Allende.
Estos dos personajes fueron fundamentales en la vida de Lucrecia, pues fueron quienes marcaron su futuro. Alonso de Mendoza era un clérigo, partidario de Antonio Pérez quien ya por esas fechas había sido acusado por el asesinato de Juan Escobedo, secretario del hermanastro del rey. Y Lucas de Allende era otro clérigo usado por Alonso de Mendoza para que transcribiera los sueños de Lucrecia, los cuales fueron muy numerosos a lo largo de su vida.
No se sabe como era físicamente Lucrecia, se sabe que era morena y de ojos castaños y que su madre la comparo con la Eva del retablo de Van Eyck y que era una muchacha frágil, que durante la década de los 80 del siglo XVI pasó como una especie de depresión en los que su sueño disminuyo considerablemente. Sin embargo, a pesar de su belleza, con 21 años aún no estaba casado algo bastante extraño en la España de la Edad Moderna donde las muchachas se solían casar temprano. Parece ser que el motivo de que no se casara era porque su padre no había sido capaz de reunir una dote, algo que en sus sueños estaba muy presente y que indirectamente también se vio afectado Felipe II quien tampoco había casado a su hija predilecta Isabel Clara Eugenia. Aunque según parece, Lucrecia llegó a comprometerse con un hombre y que estaba embarazada cuando la encarcelaron en la cárcel de la Inquisición.
Después de conocer a Alonso de Mendoza, sus sueños empezaron a hacerse públicos, y Lucrecia de León empezó a ser popular y a rodearse de una serie de personalidades importantes. Su fama creció aún más cuando en uno de sus sueños predijo la derrota de la Armada Invencible, llegó incluso a formarse una cofradía y a crearse un refugio, la llamada Cueva Sopeña (hoy día no se ha localizado). Sin embargo, a medida que acrecentaba su fama y que accedía a una vida en la que de otra forma no hubiera accedido, sus sueños se volvían cada vez más peligrosos pues cada vez más preocupaban al Estado y a la Inquisición.
El fin del Lucrecia llegó en 1590 cuando es enviada a la cárcel de la Inquisición donde se supo que tuvo una niña. Su proceso duró 5 años. Durante todo este tiempo ella se consideró como una mujer ignorante manipulada por los dos clérigos, que ella no sabía que sus sueños eran tan peligrosos y que ella lo hacía porque los dos clérigos le afirmaron que lo que hacían no era comprometido. Sufrió algunos tormentos para que confesara el significado de sus profecías. Finalmente su proceso terminó el 20 de Agosto de 1595 con un auto de fe público. En ese momento ella se enteró de lo que la condenaban. Entre otros delitos se le consideraba culpable de blasfemia, falsedad y sacrilegios así como de sedición, por supuesto, también la condenaban de hacer un pacto con el demonio. Una vez leído los cargos, Lucrecia supo que su pena era relativamente ligera: cien azotes y su clausura en una institución religiosa, lo curioso de su caso es que el verdugo no estaba para darle los azotes y su clausura en una institución religiosa fue toda una misión imposible pues no encontraban ningún lugar, así que la ingresaron en el Hospital de San Lázaro en Toledo. Después de eso no se sabe más nada de Lucrecia, se conoce gracias a los papeles de su proceso inquisitorial, pero su nombre no aparece en ningún documento más. Su familia la abandonó por completo y se vio sola con una niña chica. Aún así su caso es de lo más curioso pues genera multitud de dudas: ¿Quién era Lucrecia? ¿Era tan ignorante o sabía lo que hacía? ¿Fue manipulada o manipuladora?
Para conocer más recomiendo el siguiente libro:
L. Kagan, Richard: Los Sueños de Lucrecia: Política y Profecía en la España del siglo XVI. Editorial Nerea, Madrid, 1991.
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