26 de julio de 2014

El cambio de sexo en la Edad Moderna


Catalina de Erauso, o la monja alférez, protagonista de uno de los casos más famosos de transmutación sexual de la Edad Moderna.

En el siglo XVIII se publicaba una relación de suceso -panfleto de dos o tres folios que cumplía una misión similar a los periódicos de hoy día- en que se daba cuenta de un extraordinario suceso: el cambio de sexo de una monja. Dicha relación reproducía la carta que el padre prior de la orden de Santo Domingo de la ciudad de Úbeda envió al Abad mayor de Juan Salvador, en la que le informaba del caso de María Múñoz. Esta era una mujer que había sido recluida en un convento por parte de su padre, quien carecía del dinero necesario para dotarla. Desde un principio, los rasgos de María se consideraron muy varoniles pues "echava mano a una espada, y disparava un arcabuz, y otras cosas...", hasta el punto de que un grupo de hombres comunicaron a otras monjas su sorpresa de que admitieran varones en el convento. Este hecho hizo que María fuera puesta en examen. Sin embargo, se concluyó que era mujer. Al poco tiempo, la pobre María le escribió una carta a un tal Fray Agustín, para que leyera en confesión algo que le había pasado, y  que reproduzco literalmente: "Que ocho, o nueve días antes avian traido al Convento una partida de cien fanegas de Trigo, lo avia medido, y traspalado todo en una tarde, de el qual exercicio sintió un gran dolor entre las dos ingles, y que se le avia hinchado, y entendiendose avia quebrado con la fuerça, se afligió mucho, y no se atreviò a decirlo [...],y q al cabo de tres dias se avia resuelto la hinchazon, y le avia salido naturaleza de hombre." El fraile, sorprendido por la confesión de la monja, le pidió que le enseñara su "naturaleza" y pudo comprobar que era "tan hombre como el que mas". Tras esto, María fue encerrada en una celda y, tras otro examen por parte del prior de Baeza, se confirmó que, efectivamente, era un hombre. El fraile le contó lo acontecido al padre, quien no dudó en sacar a María -o Mario- del convento: "El padre está muy contento, porque es hombre rico, y no tenía heredero, y agora se halla con un hijo muy hombre, y que se puede casar, ella tambien va contenta, porque despues de doze años de carcel sabe muy bien la libertad...." La felicidad tanto del padre como de María se explica porque el cambio que esta experimentó no fue solo biológico, sino también social. El pasar de mujer a hombre suponía una promoción en la escala de valores de la sociedad moderna. Ya no tenía por qué estar recluida en el convento porque ahora iba a ser la heredera de su padre.

Esta historia que puede ser considerada fabulosa por los lectores, no era más que un hecho común en la Edad Moderna. Es más, la transmutación sexual era tan ampliamente aceptada que los tratadistas y relaciones de sucesos recogían múltiples casos de cambios de sexo. Entre los más famosos cabría destacar el de Elena de Céspedes, Catalina de Erauso o María Pacheco. Muchos de estos se daban en los conventos y eran tan frecuentes, que el canon jurídico tuvo incluso que actualizarse promulgando leyes destinadas a reglamentar el estatuto religioso y social del transexual. Martín Navarro de Azpulcuta en su Código de derecho teológico, daba una serie de reglas canónicas para los diferentes casos que se presentaron en conventos o en el ejército, indicando que le estaba prohibido ejercer ambas profesiones sin permiso del Papa o del Rey. 

Pero ¿cómo se explica que se aceptara tan abiertamente los casos de cambio de sexo? La respuesta hay que buscarla en el predominio de la teoría hipocrático-galena de un único sexo. Este modelo unisexual describía a la mujer con los mismos órganos sexuales que el hombre, la diferencia residía en su posición. O mejor explicado, los órganos sexuales tanto femeninos como masculinos se consideraban completamente iguales con la única diferencia de que el primero estaba dentro y, el segundo, fuera. Este hecho estaba relacionado con la temperatura, la falta de calor y la humedad de la mujer explicaba por qué el órgano sexual femenino estaba dentro del cuerpo. El modelo unisexual y la teoría humoral de exceso o falta de calor, estuvieron fuertemente arraigados en el pensamiento médico de la época, tal y como lo demuestran las palabras del médico Juan Huarte de San Juan (1529-1588): 

"Y es que el hombre (aunque no parece de la compostura que veemos) no diffiere de la mujer (Segun dice Galeno) mas que en tener los miembros genitales fuera del cuerpo. Porque si hazemos anatomia de una donzella, hallaremos que tiene dentro de si, dos testiculos, dos vasos seminarios, y el utero, con la misma compostura que el miembro viril, sin faltarle ninguna deligneación [...] Y de tal manera es esto verdad, que si acavando naturaleza de fabricar un hombre perfecto, le quisiesse convertir en muger, no tenia otro trabajo, mas que tomarla a dentro los intrumentos de la generacion. Y si hecha muger, quisiesse volverla en varón, con arrojarle el utero, y los testiculos fuera, no avia mas que hacer [...] Y que se ayan buelto mugeres en hombre despues de nacidas, ya no se espanta el vulgo de oyrlo, porque fuera de lo que cuentan por verdad muchos antiguos, es cosa que a acontencido en España muy pocos años a: y lo que muestra la esperiencia, no admite disputas ni argumentos"

En este sentido, no se consideraba extraño que un cambio de temperatura, o bien un esfuerzo extraordinario -como el que se da durante el parto- pudiera provocar una transmutación sexual. También podía pensarse que la intervención divina hubiera jugado un papel esencial en algunos casos, como el de las Santa Paula de Ávila o Santa Wilgerfortis (cuya historia podéis encontrar aquí: http://www.catandur.com/2010/11/santa-liberata-barbuda.html). No obstante, hay que tener en cuenta también otro elemento igualmente importante, y es que no todos los cambios de sexo implicaban un cambio "físico". En la Edad Moderna, las diferencias de género no estaban basadas en diferencias puramente biológicas, pues ser un hombre o una mujer dependía más de los atributos sociales que de la biología. Petenecer a un sexo u otro era como pertenecer a un estado social, por lo que bastaba con cambiar esos atrobutos sociales para cambiar de sexo.

A partir del siglo XVIII, y aunque se siguieran difundiendo historias de cambios de sexo como la ya vista, la situación cambió, al menos desde una perspectiva médica. La transmutación sexual fue poco a poco quedando totalmente descartada con el triunfo del llamado "biologismo dicotómico". Según éste, los órganos masculinos y femeninos eran diferentes. Una visión dicotómica de los sexos la encontramos de forma clara en Martín Martínez y en su descripción de ambos miembros en Noches anatómicas (1750), en la que aún asemejando ciertas partes del órgano femenino con el masculino –"Tienen las mugeres dos testiculos, a quienes los Modernos llaman ovarios"–, en ningún momento los considera iguales o con el mismo funcionamiento. Ambos son tratados de forma diferente, se detallan sus partes y qué función realizan. Lo mismo ocurre en Anatomía completa del hombre donde hace mención de la  "Fabula vulgar de la mutación de sexos". En su explicación del clítoris, este admite que podía crecer tanto que en ocasiones las mujeres "abusaban" del mismo para tener relaciones con otras, pues podía endurecerse de manera similar al miembro viril. Este hecho había dado ocasión al "vulgo" para creer las fábulas de mujeres convertidas en hombres, así como las de hombres transformados en mujeres.  

Bibliografía:

Relación verdadera de una carta que envió el padre Prior de la orden de Santo Domingo, de la ciudad de úbeda, al Abad mayor de Juan Salvador digno de ser avisado, como estuvo doce años una monja profesa, la cual había metido su padre por ser cerrada y no ser casada, y un dia haciendo un ejercicio de fuerza se le rompió una tela por donde le salió la naturaleza de hombre como los demás…por Francisco de Lyra en la calle de las armas en el callejo de los Ingleses.

Cleminson, Richard, y Vázquez García, Francisco: Hermaphroditism. Medical science and sexual identity in Spain 1850-1960, Cardiff, University of Wale Press, 2009.


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