30 de noviembre de 2015

Las mujeres del Emperador II (Isabel de Portugal)

La emperatriz Isabel de Portugal, Tiziano (1548). Museo Nacional del Prado (Madrid)


Hace algunas semanas decidí inciar una serie de entradas dedicadas a las mujeres del Emperador, esto es, Carlos V, a raíz de la importancia que el historiador Manuel Fernández Álvares daba al sector femenino de Carlos. Hablé en primer lugar de Margarita de Austria, la tía del Emperador y su mejor aliada en el gobierno de los Países Bajos. En esta entrada os traigo otra mujer, no menos importante que Margarita y una aliada quizás mayor por el vínculo amoroso que le unía: Isabel de Portugal, su amada esposa, su confidente y su amiga, su regente, su Emperatriz.

La importancia que el historiador madrileño da la Emperatriz queda clara en su biografía sobre Carlos y es especialmente relevante en este párrafo: "De igual modo, como Margarita en los Países Bajos, también Isabel de Portugal supo cumplir con su misión de alter ego del Emperador, gobernando con prudencia Castilla durante las largas ausencias de Carlos V...." Y, es más, el historiador cita al Emperador, quien recordaría la "loable gobernación" de su amada esposa:

"... la experiencia que tenemos de su buena y loable gobernación y administración en la dicha ausencia pasada que hicimos destos Reinos..." (Carlos V a sus vasallos de Castilla, 1 de marzo de 1535)

Isabel nació en Lisboa el 25 de octubre de 1503, hija de Manuel I de Portugal y de doña María de Castilla; nieta, por tanto, de los Reyes Católicos al igual que su futuro marido. Fue una mujer altamente cultivada, propio de su posición, dado que recibió una esmerada educación de marcado carácter humanista. Sabía latín, castellano, inglés y francés; asimismo no se descuidó su formación artística y musical. De parte de madre, además, adquirió una profunda religiosidad y, como dato curioso, debido a su belleza física, trabajó mucho por mantenerla a través de la práctica de ejercicios físicos que la convirtieron en toda una amazona. 

Tras la muerte de su madre en 1517, su vida cambió bruscamente. Su padre le encargó entonces que se ocupara de sus hermanos; sin embargo, tras las nupcias de este con Leonor de Austria -hermana de Carlos V- pasó a segundo plano, aunque sabemos que ambas tuvieron una relación cordial. Su padre fallecería poco después de contraer matrimonio, en 1521, y ya por entonces se llevaba bastante tiempo trabajando por el futuro matrimonio de la princesa y su hermano, el futuro Juan III, con algunos de los hijos de Juana "la loca". Las negociaciones para las nupcias de Isabel con el Emperador no fueron fáciles, todo lo contrario, pues duraron ocho años. Las razones de ello debemos buscarlas en las propias reticencias del Emperador, siempre ocupado con sus asuntos europeos, y con el compromiso que había aquirido con Enrique VIII, rey de Inglaterra, de casarse con su hija María Tudor cuando esta alcanzara la edad apropiada. Finalmente, dado el peso de la dote de la princesa portugesa, en 1522, Carlos mandaría al arzobispo de Toledo, Juan Tavera, para que concretara los enlaces de Juan III con su hermana Catalina de Austria, así como su propia boda con Isabel. El contrato matrimonial fue firmado el 17 de octubre de 1525 y la boda se celebró en Sevilla el 11 de marzo de 1526.


Bajorrelieve de Jian Mone, en el castillo de Gaesbeck, en el que aparece el Emperador abrazando a la Emperatriz



Fue un matrimonio peculiar, y recalco lo de peculiar porque como bien dice Manuel Fernández Álvarez: "un matrimonio que se había efectuado bajo el signo de los intereses políticos (asegurar la frontera occidental de Castilla) y económicos (Isabel aportaba una dote inmensa para la época, 900.000 ducados), pronto se convirtió en un matrimonio de amor, que asombró a los contemporáneos". Es por ello que, quizás, se convirtió en la mejor candidata para ser regente de los reinos españoles cuando el Emperador se veía obligado a cumplir con sus responsabilidades europeas, que no eran pocas. La Emperatriz asumía sus funciones con gran habilidad y no en pocas ocasiones tomaba la iniciativa, aunque sufría amargamente las ausencias de su esposo. No obstante, este depositó en ella toda su confianza, como tal demuestra un documento firmado en 1529 en el que la nombraba "lugarteniente general, gobernadora y administradora", aunque dejando, eso sí, algunas Instrucciones:

"La orden que yo deseo que la Emperatriz y Reina, mi muy cara e muy amada mujer, mande que se guarde y tenga durante mi absencia en la gobernación destos Reinos es la siguiente..." (Instrucciones de Carlos V a la Emperatriz...1529)

La Emperatriz asumió la regencia en varias ocasiones. Ya hemos citado la fecha de 1529, cuando el Emperador macha a Italia para ser coronado por el papa como Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico e iniciar su tour europeo que le llevaría a enfrentarse a los Turcos en Viena. También en 1534 cuando marcha a la guerra contra Barbarroja en lo que Fernández Álvarez califica como su primera "cruzada". En 1538 cuando marcha a negociar la paz con Francia... No osbtante, Carlos perdería a su mejor aliada muy pronto, concretamente en 1539 y debido a un aborto. Lo cierto es que la salud de la Emperatriz nunca había sido muy buena, a lo que tampoco ayudaba su continuo estado de gestación. También le afectaba las ausencias del emperador ya que suponía un exceso de carga política pese a contar con un número de consejeros. Todo ello le llevó a su inevitable final el 1 de mayo de 1539. La muerte de la Emperatriz dejó a Carlos profundamente desolado: "Para Carlos V, se había ido algo mucho más que la esposa amante, la madre de sus hijos y la guardiana del hogar familiar. Se había ido también la eficaz colaboradora en las tareas de Estado, su alter ego, la que había gobernado Castilla en sus largas ausencias, la que había demostrado dotes de gobierno, haciéndose querer de sus súbditos españoles, al desempeñar con prudencia y dignidad el papel de lugarteniente imperial..." El mismo Emperador reconocería su tristeza:

"Fue esta muerte de gran sentimiento para todos, principalmente para el Emperador..." (Memorias de Carlos V)

Fuentes:

 Fernández Álvarez, Manuel: Carlos V, el César y el hombre, Barcelona, ed. Espasa, 2105 (primera edición ¿2011?). 

Recurso web: http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=isabel-de-portugal-reina-de-espanna-y-emperatriz-de-alemania [Consultado, 30 de noviembre de 2015]




4 de noviembre de 2015

Las mujeres del Emperador I (Margarita de Austria)


Retrato de Margarita de Austria, Bernard van Orley. 

Estas semanas (y las que me quedan), a raíz del visionado de la serie Carlos. Rey Emperador, he estado leyendo la biografía que del César escribió un historiador a quien yo admiro profundamente, Manuel Fernández Álvarez (referencia completa al final). En ella hay muchos elementos que podría destacar, pero justamente ayer leí un epígrafe que me llamó especialmente la atención y de ahí que haya querido dedicarle varias entradas en mi blog. Este epígrafe trata del enorme equipo imperial de Carlos V, los sujetos que contribuyeron a mantener la maquinaria imperial (maquinaria inmensa y compleja, si me permiten la puntualización). Y en él, el historiador explica lo siguiente: "Este capítulo, dedicado a los hombres de Estado del Quinientos, suele titularse: 'Los hombres de tal o cual soberano'. Mas eso sería impropio tratándose de Carlos V..." ¿Por qué impropio? Él mismo nos lo responde: "dado que con Carlos V la mujer tiene un destacado papel a los más altos niveles políticos". Algo que, tal y como Fernández Álvarez puntualiza, desaparecería con su hijo Felipe II, más dado a confiar en secretarios y validos.

Manuel Fernández Álvarez habla, por tanto, del "sector femenino" y en su opinión lo componían tres mujeres: Margarita de Saboya (o de Austria), tía del César, la emperatriz Isabel, su esposa, y María de Hungría. En esta entrada, por tanto, y empezando por la más mayor, voy a tratar de la "madame bonne tante", tal y como la llamaba el Emperador.


Grabado del retrato de Margarita de Austria por Emanuel van Meteren 


Margarita de Austria nació el 10 de enero de 1480, fue hija del emperador Maximiliano I y de la duquesa María de Borgoña, y hermana, por tanto, de Felipe conocido como El Hermoso. Fue pronto "víctima" de las alianzas matrimoniales practicadas por los principales dirigentes europeos de la época. En un primer momento se pensó que Margarita podría llegar a ser reina de Francia, al acordar su padre el matrimonio con el rey de Francia Carlos VIII a cambio de abandonar sus pretensiones de boda con Ana de Bretaña; pero al final el rey decidió ignorar el acuerdo y optó por casarse él mismo con Ana de Bretaña. Margarita, tras haber pasado 10 años en la corte parisina, pasó a ser la gran desdeñada; aunque no duró mucho su disgusto, porque ya en 1494 (un año después del desplante) su padre inició conversaciones con los Reyes Católicos para proyectar una doble alianza: la de la propia Margarita con el príncipe Juan (heredero de la monarquía católica) y la de Felipe (Su hermano) con la princesa Juana. Algo más de suerte tuvo Margarita en esta nueva alianza, aunque no mucho más, pues el príncipe Juan, ávido de amor, moriría al poco de casados (apenas unos cinco meses después, pues la boda había tenido lugar en abril), el 4 de octubre de 1497. Margarita, que por entonces contaba con 17 años, se convertía en una joven viuda desconsolada (desventurada, como muchos la apodarían) y, para más inri, en estado de avanzada gravidez. Pero ni eso le sirvió de consuelo, pues el embarazo no llegó a buen puerto y la criatura (una niña, según las crónicas) no llegaría sobrevivir. Margarita volvería a casarse en 1501, no ya para ser reina, sino para ser duquesa (duquesa de Saboya para ser más precisos, que era el título que llevaba su marido Filiberto II). Pero el matrimonio no le duraría mucho, ya que volvería a ser viuda en 1504. Y sin hijos que le sirvieran de consuelo.

Quizás fuera esa falta de descendencia lo que hizo que aceptara de buen grado la labor que le encomendó su padre allá por el año 1507, esto es, la de cuidar los hijos que Juana y Felipe habían dejado en Flandes tras marchar a Castilla. Nos referimos a Leonor, Carlos, Isabel y María, quienes por aquella fecha se encontraban ya huérfanos de padre. Al morir Felipe, el gobierno de los Países Bajos había pasado a su heredero, Carlos, quien por entonces apenas contaba con siete años, por lo que se necesitaba a alguien que actuara de regente, y así lo hizo Margarita. Su gobierno se caracterizó por la prudencia y por una política exterior claramente anglófila y recelosa de Francia. En 1515, por obra del ambicioso Guillaume de Croy, señor de Chiévres, Margarita fue apartada del gobierno de Flandes al adelantarse la mayoría de edad del joven Conde de Flandes (título que por entonces llevaba Carlos), aunque nunca fue apartada del todo. Su sobrino siempre insistió en que se mantuviera informada a su madame bonne tante. En 1521, tras la muerte de Chiévres, Carlos V (ya emperador) tendría la necesidad de que alguien gobernase los Países Bajos en su ausencia, alguien absolutamente fiel, que fuera bien visto por aquellos súbditos y con experiencia y talento. Nadie mejor que su tía.


Margarita de Austria, retrato atribuido a Pieter van Coninxloo


Se incia así la segunda fase del gobierno de Margarita en los Países Bajos. De hecho el emperador no visitaría sus dominios en una década (justo el periodo de gobierno de su tía), dado que no sentía la necesidad de visitarlos pues sabía que estaban en buenas manos. Esta, además, ayudaría a su sobrino en la política internacional y alabada es su intervención con la reina madre de Francia, Luisa de Saboya, con la que acabaría concertando aquella paz de 1529, la Paz de Cambrai , que pasaría a llamarse "la paz de las Damas". Según Fernández Álvarez: "Y eso es digno de ser recordado: en pleno reinado de Carlos V, la paz más importante acaso de su reinado logrado por esta insigne colaboradora suya, dando fe de la importancia que tenía el entorno femenino en la política internacional del Emperador". 

Pocos meses más tarde, en 1530, Margarita fallecería en su residencia de Malinas, causando un profundo pesar en el ánimo del emperador, que perdía a su eficaz colaboradora. La regencia pasaría a manos de María de Hungría, su hermana, tal y como tendremos oportunidad de ver en otra entrada. 


BIBLIOGRAFÍA:

Fernández Álvarez, Manuel: Carlos V, el César y el hombre, Barcelona, ed. Espasa, 2105 (primera edición ¿2011?). pp. 239-241

Recurso web: http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=margarita-de-austria-duquesa-de-saboya [Consultado, 4 de noviembre de 2015].