29 de diciembre de 2013

Introducción de la medicina moderna en España

Portada Introducción de la Medicina moderna en España 

En los últimos días, debido a los nuevos derroteros de mi investigación centrados ahora en la medicalización de los monstruos en la Monarquía Hispánica, he estado enfrascada en la lectura de Introducción de la Medicina moderna en España de Rafael Ángel Rodríguez Sánchez. Un libro que me ha parecido muy interesante e ilustrativo por diversas razones, en primer lugar por la forma que el autor tiene de transmitir las ideas, explicando de manera clara y sencilla conceptos como la medicina galenista, la medicina moderna o la medicina defendida por los novatores, el momento de transición de una medicina a otra, el concepto de revolución científica. Para ello, el autor hace gala de un estilo muy sencillo, llano y cercano al lector lo que prueba de que para hacer un libro científico no se tiene porqué hacer uso de un estilo artificioso, cargado de palabras que estilísitcamente son preciosas pero que a la hora de entender conceptos dificulta más que facilita la compresión del lector. Asimismo, Rafael Ángel no duda en repetir explicaciones cada vez que desea exponer una nueva teoría o idea, así si en los primeros capítulos explica en qué se basa la medicina galenista no duda en hacerlo otra vez en los capitulos posteriores cuando habla de la revolución científica en sí misma. Es cierto que esto podría resultar pesado pero la verdad es que supone una gran ayuda para aquellos que no estamos ciertamente familiarizados con el tema. En segundo lugar, lo que hace interesante a dicha obra es la capacidad que tiene de exponer de forma clara y universal cómo era la medicina en los siglos XVI, XVII y XVIII sin entrar en complicaciones y ofreciendo al lector un panorama claro de todo el proceso evolutivo de esos siglos.

Pongo aquí un breve resumen del libro siguiendo el índice del mismo:

Los dos primeros capítulos titulados "Los galenistas y los modernos. Consideraciones generales", "El punto de partida. La situación de la ciencia española en el siglo XVII" no son más que capítulos introductorios que le sirven al autor para, primero, explicar qué es la medicina galenista e hipocrática que tenía su fundamento en Aristóteles por la que consideraba al organismo humano como un combinado de cuatro elementos y humores, gobernados además por el alma como principio rector, siendo el equilibro de éstos los que garantizaba la salud, Y segundo, la medicina moderna, iniciada a mediados del siglo XVI en Europa gracias a la labor de innumerables figuras como Vesalio (revolución anatómica), Harvey (circulación de la sangre), etc. Y que dio lugar tanto a la iatroquímica por la que era posible explicar el cuerpo como humano y todo lo que en él acontecía en base a "reacciones químicas", y la iatromecánica en la que se asemeja al cuerpo humano a una máquina. 

El segundo capítulo lo dedica a evaluar la situación general de la medicina en el siglo XVII. Incide en el atraso científico de las universidades en que ésta se seguía basando en la lectura y los comentarios de textos de las obras de Galeno, Hipócrates, Avicena, etc. Una institución que no ignoraba las novedades que venían de Europa pero que no solo no las aceptaba sino que además las rechazaba con gran vehemencia, criticando a aquellas instituciones que si las abrazaba tales como la Regia Academia de Medicina y otras Ciencias de Sevilla. Fueron instituciones como estas y las tertulias las que motivaron la investigación y desarrollaron novedades. 

El tercer capítulo titulado "Comienza el cambio. La transformación de la práctica médica. De sangrías, purgas y remedios químicos", supone ya el comienzo del cambio en la medicina española, un cambio que se inicia con el surgimiento de las llamadas "polémicas", escritos donde se defendían y refutaban teorías propias y opuestas. Un fenómeno en el que participaron las principales figuras médicas del momento divididas en galenistas y modernos o novatores. Unas polémicas centradas sobre todo en temas tan controvertidos como la circulación de la sangre, la digestión, las sangrías, la quina como medicina o el antimonio. Si bien los galenistas se oponían a la circulación de la sangre, ofrecían su particular explicación sobre la digestión, defendían las sangrías como método terapéutico y rechazaban los medicamentos como la quina y el antimonio, los modernos o novatores eran todo lo contrario. Este capítulo se complementa con el cuarto, "El debate se vuelve más filosófico. De átomos, formas sustanciales y escépticos" en la que el autor se centra en las polémicas con temas más epistemológicos teniendo como protagonistas grandes figuras tales como Martín Martínez o Benito Feijóo.

En el  capítulo quinto "Tras la tempestad llega la calma" el autor hace especial hincapié en una fecha: 1727 que él considera clave para el cambio de orientación en la situación cultural de España. En este momento se produce la incorporación de las nuevas doctrinas y da lugar a dos nuevas actitudes: escepticismo y eclecticismo. Ambas rechazaban los sistemas filosóficos cerrados y omniabarcantes. Es en este momento cuando la mayoría de los intelectuales mantienen lo que les parece razonable de lo antiguo y aceptan muchos de los nuevos planteamientos. 

Los capítulos sexto y séptimo no son más que un homenaje a las grandes figuras y a la institución cientifica del momento. En "Un recuerdo para los grandes" el autor resalta las figuras de Juan de Cabrida, Juan Muñoz y Peralta, Martín Martínez y Benito Feijóo. Todos ellos contribuyeron al avance de la medicina. En "Un elogio de justicia par Sevilla", el autor resalta la función realizada por la Regia Academia de Medicina y Otras Ciencias de Sevilla que define de manera acertada de la siguiente forma: Podemos decir de ella que se trató de una reunión de galenos, que no galenistas, que querían para mejor desarrollar su arte, conocer y aplicar los nuevos descubrimientos científicos como la circulación de la sangre, las transfusiones de sangre y el uso de la quinina.

Los tres siguientes capítulos son complementarios. El octavo, "¿Hubo en España una revolución científica al estilo de Kuhn?", es la base de todo el libro. El autor intenta demostrar que el cambio producido en la medicina española se aplica la teoría de Khun sobre lo que significa una revolución científica, esto es, el cambio de un paradigma antiguo y sin valor, por otro completamente nuevo y avanzado y, por tanto, más certero. No es cuestión de entrar en todo lo que el autor explica sobre Khun pero, en definitiva, acepta que si bien es cierto que en la medicina se produce un cambio de paradigma -del rechazo a la aceptación de la circulación de la sangre, por ejemplo-, no se puede decir que la teoría de Khun encaje al 100% ya que la introducción de la medicina moderna en España no es, sin más, una sustitución del paradigma antiguo por el moderno sino que hay una victoria del moderno, pero integrando elementos del antiguo. Los capítulos novenos y décimos tratan sobre las dificultades y las facilidades que se dieron para esa revolución ("Causas que dificultaron la revolución científica española", "Causas que facilitaron la revolución científica española").

El último capítulo, "El sabio escepticismo como nuevo aire ilustrado", sirve de conclusión. Antes de que se produjera lo que se conoce como Ilustración, las polémicas en torno a la medicina dieron lugar a un fenómeno llamado escepticismo del que participaron pre-ilustrados e ilustrados. Este movimiento estaba dividido en tres: depurador, fundamentados y ecléctico. El primero supone el rechazo de un saber que, los escolásticos del momento por su poca talla intelectual, se habían acostumbrado a validar simplemente por tradición. El segundo defendía que la mejor actitud para enfrentarse con los misterios de la naturaleza era la duda, entendida ésta como un espíritu vigilante que persigue la constante mejoria y que cuenta siempre con el apoyo de la información de los sentidos. El ultimo defendía que ante la falta de seguridad en las ideas, era necesario tomar de "aquí y de allá" lo que era válido. En este sentido, los modernos se habían hecho más escolásticos y los escolásticos  se habían hecho más modernos. 


Fuente:

Rodríguez Sánchez, Rafael Ángel: Introducción de la medicina moderna en España, ediciones Alfar, 2005. 

24 de diciembre de 2013

12 años de esclavitud



Hay películas que antes de que lleguen a la gran pantalla ya se sabe que van a ser buenas, principalmente por una combinación de factores, bien porque cuentan con un magnífico director, bien por que cuentan con un excelente reparto o bien porque la historia atrapa ya desde el primer segundo del tráiler. "12 años de esclavitud" cuenta con todos estos factores. Empecemos por el director: Steve McQueen, un director con una trayectoria corta pero impresionante ya que sus dos anteriores películas - Hunger y Shame- son excelentes no sólo por la dirección, sino también por ambos guiones y reparto -donde destaca su actor fetiche Michael Fassbender-. Es un director que trabaja con largos planos y silencios, unos silencios que hablan más que cualquier diálogo dejando el peso de la escena en la dirección. En "12 años de esclavitud" hay escenas silenciosas que dicen más que cualquier diálogo y trasmiten más que cualquier palabra. Trasmiten dolor, impotencia, rabia, etc. 

En lo que se refiere al reparto, no podría hacer más acertado, empezando por el protagonista Chiwetel Ejiofor cuyo trabajo haciendo de Solomon es impresionante de principio a fin. Encontramos, además, a Benedict Cumberbatch en el papel de un clérigo bonachón con poco carácter, un actor de moda que se ha ganado con razón la atención de público con su trabajos como Sherlock Holmes en la serie de la BBC. Otro actor impresionante es Michael Fassbender quien en las dos anteriores de McQueen demostró su gran talento (y no digo nada del desnudo en Shame). No era fácil el papel de Fassbender en el film, pero sin duda alguna es un actor que se crece ante las dificultades resultando ser un esclavista cruel de lo más creíble y odioso, el film no sería lo mismo sin él. Como secundario, Brad Pitt, que ha parecido querer pasar desapercibido pero que con dos minutos basta para apreciar su trabajo.

De la historia poco se puede decir. Basada en la biografía real de Solomon Northup, un afroamericano libre que fue secuestrado y vendido como esclavo, "12 años de esclavitud" relata el sufrimiento del mismo desde que es secuestrado hasta que es liberado. Contada con gran respeto y con escenas muy duras que no sádicas, es decir con dureza implícita, no podía ser más atrayente. El espectador se siente absorto desde el primer momento, sufriendo con el protagonista y esperando con un final feliz que se va complicando con cada minuto de metraje. A pesar de lo duro de la historia, su belleza es innegable, y hablo de belleza porque McQueen hace una verdadera obra de arte en forma película que fascina desde el primer momento. 

Y si todo esto aún no anima al lector a acercarse al cine para verla, solo diré que director, reparto, historia están envueltos en una magnífica BSO del siempre genial Hans Zimmer. En fin, una película que cuenta con una combinación que pocas veces se ve, una combinación que trabaja muy bien -ya que de nada valdría tener lo mejor de lo mejor sino se trabaja bien- y que han logrado hacer una buena película que no necesita de 3D para atraer al público. No puedo más que recomendarla.






1 de diciembre de 2013

El Monstruo como evidencia de la investigación anatómica.

Jean Méry.

Los monstruos siempre han despertado el interés de médicos y anatomistas mucho antes que de que se produjeran los primeros debates en las grandes academias y sociedades europeas. Un claro ejemplo podemos verlo en el cirujano francés Ambroise Paré quien en el siglo XVI escribió la que se convertiría en una de los obras clásicas de la teratología: Des monstres et des prodiges (1573), así como en la obra del médico español del siglo XVIII José Rivilla Bonet y Pueyo: Desvios de la naturaleza o Tratado de el origen de los monstros.... No obstante, y a pesar de este interés previo, el gran boom se producirá a finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII, cuando la anatomía, la disección humana empiece a despuntar y cuando las Sociedades y la Academias europeas empiecen a debatir temas tan espinosos como el de la generación humana.

La visión que se tiene del monstruo en el siglo XVIII es relativamente distinta a la que se tiene en épocas anteriores. Dentro del mundo de la medicina y, en concreto, de la investigación anatómica, el monstruo dejó de ser visto como algo raro, de hecho, la proliferación de monstruos a lo largo de la centuria hizo que se convirtiera en algo muy común. Esta proliferación se debió a que el monstruo era algo que se producía por desviaciones accidentales de la estructura normal, y el número de monstruos eran tan numerosos como el número de desviaciones. Asimismo, con el desarrollo de la disección humana, lo monstruoso no solo estaba en el aspecto físico exterior del ser humano, sino también en el interior. El incremento de seres deformes fue tal que hasta la propia Academia de las Ciencias de Francia se vio obligada a establecer una tipología implícita de monstruos en la que se dejaba a un lado aquellos que se caracterizaban por el exceso, falta o trasposición de partes para dejar paso a aquellos que se consideraban "únicos". Es más, se llegó a dividir a los monstruos en dos tipos, aquellos que mostraban una conformación extraordinaria aunque ya conocida por lo que no requería investigación, y aquellos que eran monstruosos no solo con respecto a lo que se consideraba normal sino también con respecto al resto de los casos anormales.

La proliferación de seres monstruosos hizo que el valor de los mismos no residera en su carácter único, pues ya no lo eran. El monstruo se convirtió en algo valioso porque servía en las investigaciones anatómicas y fisiológicas, y era tratado como cualquier otro procedimiento experimental.  Esta es la razón por la que las comunicaciones teratológicas de academias y sociedades europeas reflejaron la misma narrativa que rodeaba otras prácticas experimentales. Había varias razones por las que el monstruo se convirtió en modelo de investigaciones anatómicas: en primer lugar, carecía de los problemas éticos y pragmáticos que rodeaban las disecciones humanas; en segundo lugar, era visto como experimento de la naturaleza, y por último, podía ser usado como evidencia en el estudio de la anatomía humana.

Teniendo en cuenta este cambio en la visión del monstruo, resulta interesante el caso del anatomista francés Jean Méry. Éste formó parte de una discusión que tuvo lugar en la Academia de Francia en torno a la circulación de la sangre en el feto. Sin entrar en detalles sobre la discusión misma, Jean Méry utilizó tortugas y una serie de fetos monstruosos para probar su teoría. Por ejemplo, el cadáver de unas gemelas siamesas en 1692 le sirvió para probar el lugar en el que se producía la respiración fetal, asimismo en ese mismo año y gracias a dos fetos monstruosos pudo probar que el fluido sanguíneo del feto se producía desde la vena pulmonar a la vena cava. Y el 3 de Diciembre de ese mismo año pudo por fin probar, y gracias a la disección de otros fetos monstruosos, la inexistencia de la válvula en el foramen oval que tanto problema había causado en el debate sobre la circulación de la sangre en los fetos.

Aunque el caso de Méry es un buen ejemplo para explicar el uso de los monstruos como evidencia, éstos no solo fueron usados para explicar el sistema de circulación fetal, también se propusieron numerosas teorías en torno a la nutrición del feto. Asimismo, muchas comunicaciones teratológicas publicadas en la Academia de las Ciencias durante las primeras décadas del siglo XVIII sirvieron para probar la imposibilidad de la superfetación, o para determinar cómo se producía la circulación entre la madre y el hijo, o para distinguir las diferentes partes de la placenta o el corion, etc. 
 
En defintiva, el monstruo no solo fue estudiado por lo que que era, sino que también fue estudiado con el fin de explicar lo normal. Se convirtió de esta manera, en la excepción que confirmaba la regla. 

Fuente:

Moscoso, Javier: "Monsters as Evidence: The Uses of the Abnormal Body During the Early Eighteenth Century" en Journal of the History of Biology, nº31, p.355-382. 1998.

30 de noviembre de 2013

La imaginación materna en el siglo XVIII. Malebranche y su teoría sobre las semejanzas.

Nicholas Malebranche

Ya he explicado en una entrada posterior como en el siglo XVIII se produce una re-evaluaión de la teoría imaginacionista en Inglaterra, y que concluyó con la disputa de Tuner y Blondel. También la Ilustración francesa vio nacer una doctrina de la imaginación maternal con implicación en todos los órdenes del espectro académico y social. Esta creencia se había popularizado a partir de 1670 a través de tratados populares de obstetricia y manuales de educación social tales como el anónimo Aristotle's Masteriece o el Tableau de l'amour conjugal de Nicolás Venette. Ambos dedicaron diversos capítulos a discutir la imaginación y sus efectos.

Al contrario de lo que ocurrió en Inglaterra, la recuperación de la teoría de la imaginación maternal en Francia no se debió al hecho de que fuera una explicación psicofísica del origen de la deformidad física, sino porque con ella era posible explicar la innegable semejanza que los hijos presentaban con respecto a sus padres. En este sentido, la imaginación maternal adquirió por primera vez un cierto carácter normativo y desligado parcialmente de la teratología. 

Una de las principales figuras en este enfoque de la teoría de la imaginación materna fue, sin duda, Nicholas Malebranche (1638-1715) quien, inspirado tal vez en algunos textos de Ambroise Paré, discutió los efectos de la imaginación maternal en el libro II de su Recherche de la vérité (1674-75). Para Malebranche la imaginación maternal podía explicar, por ejemplo, porqué una yegua no engendraba una ternera o porqué una gallina no podía poner un huevo que contuviera una perdiz. Para este autor, que usó como base la teoría pre-existencialista, el hecho de que los niños ya se encontraran formados por Dios, la imaginación resutaba inevitable para garantizar que éste tuviera algún parecido con la madre o para que fuera de su misma especie. De esta manera, Nicholas Malebranche fue uno de los primeros en ofrecer una formulación de la teoría de la pre-existencia embrionaria así como en explicar los fenómenos de similaridad y disimilaridad entre hijos y ancestros por medio de la imaginación maternal (al contrario que Blondel quien uso precisamente esta teoría para rechazar la teoría de la imaginación materna). El origen de la teoría de este autor se encontraba en la propia circulación de la sangre que era capaz de transportar la parte más sutil de la misma, convirtiéndose de esta manera en el vehículo de transmisión de todos nuestros sentimientos, pensamientos e ideas. La consaguineidad funcional, según el autor, garantizaba que las pasiones, los sentimientos y los pensamientos que se ocasionaban en el cuerpo fueran comunes a la madre y al niño.

El libro de Malebranche se reeditó repetidas veces durante el siglo XVIII y constituye el momento de formulación estricta de la doctrina de la imaginación maternal como una cláusula fija de la doctrina de la pre-existencia. La imaginación maternal permitía explicar las relaciones de parentesco, los fenómenos de hibridación y los nacimientos monstruosos sin tener que modificar una doctrina embriológica que sobrepasaba, con creces, los puntos de vista aristotélicos sobre la generación, el orden y la continuidad. No obstante, esta teoría presentaba ciertos problemas epistemológicos: En primer lugar, se explicaba el porqué pero no el cómo. En segundo lugar se reflexionó sobre el hecho de que si la influencia de la imaginación materna era algo que solo se producía en el ser humano o bien había que extenderlo a todos los seres vivos. Aceptar lo primero era aceptar que la naturaleza no actuaba según patrones regulares, y que la explicación de la monstruosidad humana no se aplicaba al conjunto de  la creación. Aceptar lo segundo consistía en admitir que no sólo los animales podían modificar el feto por el poder de su imaginación, sino también los vegetales. Lo que llevó a la creación o a la creencia en la una existencia de una gradación de las almas, en la que el alma del hombre sería un poco más excelente que la del animal. Y en tercer lugar está el problema de la paradoja, pues si bien estamos en un periodo en el que se negaba la existencia de los monstruos imaginarios, por otro lado se rescataba entre la cultura popular la creencia que apuntaba a la imaginación como causa inmediata de los monstruos verdaderos. O lo que es igual: al tiempo que se pretendía que los monstruos «falsos» eran producto de la imaginación, se insistía en que los «reales» eran también producto de una imaginación diferente. En un exceso de sofisticación teórica, los imaginacionistas tuvieron que explicar, a medida que la investigación anatómica se extendía a las malformaciones internas, qué objeto podría haber actuado sobre la imaginación de la madre para que el niño presentara una quinta cavidad ventricular, dos venas aortas o una doble matriz.

De las dificultades meramente epistemológicas que hemos citado más arriba no se siguió, sin embargo, que la doctrina de la imaginación maternal fuera universalmente repudiada. Parecía posible, por tanto, negar parte del razonamiento malebranchista sin tener que discutir el conjunto de sus presuposiciones. Algunos autores tales como Albrecht von Haller, quien había negado en rotundo la influencia de la imaginación materna, concedía que había niños que sufrían toda su vida de convulsiones porque su madre las había recibido durante su embarazo. Asimismo, la teoría imaginacionista se convirtió en una herramienta para defender la continuidad de  prexistencialismo defendiendo de que no solo el feto, sino además las ideas eran esencialmente "innatas", y no sólo eso sino que además la influencia de la imaginación manterna sirvió para resolver algunos problemas teológicos, por ejemplo, el de eximir a Dios de cualquier responsabilidad en la producción de monstruos (al ser el feto ya creado a imagen y semejanza de Dios, sin la teoría de la imaginación, era el propio Dios quien creaba al monstruo, con la teoría de la imaginación ya no era Dios quien lo creaba sino los accidentes producidos por la imaginación). 
Fuente:

Moscoso, Javier: “Los efectos de la imaginación: medicina, ciencia y sociedad en el siglo XVIII” en Asclepio, Vol. 53, Fasc 1, 2001, pp. 141-172. 

29 de noviembre de 2013

Iasi, "La ciudad de los grandes amores"

Detalle Jardín Botánico

Durante los pasados veinte días he pasado unas agradables vacaciones en Rumanía, concretamente en la ciudad de Iasi, y por ello me gustaría compartirlo con aquellos que se acercan a este mini-rinconcito de Internet. 

No es mucho lo que yo conocía de Rumanía expecto lo típico tal como Vlad Tepes que inspiró a Bram Stoker para escribir "Drácula", o la gran presencia de gitanos en el mismo. Poco o nada sabía de su historia, no obstante Rumanía puede presumir de haber sido el primer lugar donde habitaron los Homo Sapiens hace 42000 años, así como poseer el idioma más cercano al latín. Yo he tenido la suerte de pasar veinte días en la ciudad de Iasi, una ciudad situada al nordeste del país y que fue capital del Reino de Rumanía al principio del siglo XX cuando se produjo la unificación de las regiones gracias a Alexandru Ioan Cuza. Hoy día es una de las principales ciudades de Rumanía debido a su actividad económica, social y cultural. 

A primera vista, para los que venimos del oeste, una ciudad como Iasi puede impresionar especialmente por el descuido general que se ve. Los edificios muestran un claro desgaste, las calles necesitan un buen retoque, y sobre la cabeza hay una gran cantidad de cables... No obstante, teniendo en cuenta la historia del país te das cuenta que no es más que la consecuencia de todo lo que ha pasado y que aún sigue arrastrando todo ese atraso que supuso el régimen comunista, al igual que España sigue arrastrando los años de dictadura. Esto no quiere decir que la gente de Rumanía no viva bien, no nos equivoquemos. Existe una gran actividad económica en Isai, como muestra los dos enormes centros comerciales que se han construido recientemente y que siempre está lleno de gente, pero la vida en Rumanía es diferente. Los salarios son bajos (una profesora, por ejemplo, gana de media unos 250 euros) y los precios están al mismo nivel que en el resto de Europa y en ocasiones se vive o sobrevive gracias a productos orgánicos que la propia familia cultiva. Aún así la vida en Iasi no es diferente a la vida en España, es más, me atrevería a decir que es mejor.

Para los que nos gusta la historia y las visitas culturales quizás hay un par de cosas que podríais ver:

1- Palacio de la Cultura (Palatul Culturii). Al final del Bulevar de Stefan Cel Mare se encuentra este enorme palacio (que parece sacado de uno de los cuentos de princesas Disney) construido a principios del siglo XX sobre las viejas ruinas del palacio de la Corte Real de Moldavia del siglo XV. Es un complejo donde se encuentran cuatro museos tales como el Museo de Arte, Museo de Historia, Museo de Etnografía y Museo de Ciencia y Tecnología. Desafortunadamente ahora se encuentra cerrado debido a las obras de restauración que se están llevando a cabo. Una alternativa es pasear por los jardines que rodean al palacio o bien por el enorme centro comercial que hay justo en frente. 

Palacio de la Cultura desde Palas Mall.

2. Catedral Ortodoxa. Situada en el Bulevar Stefan Cel Mare, la catedral Ortofoxa de Iasi es la iglesia ortodoxa más grande de Rumanía. Data de principios del siglo XIX, desafortunadamente, al igual que el palacio, está en restauración y no se puede apreciar el estilo renacentista de la misma. 

De fondo la catedral Ortodoxa de Iasi. 

3. Casa Dofostei. Dimitrie Barilă, mejor conocido como Dofostei, fue un poeta y traductor Moldavo. Gracias a él se tradujeron importantes poemas al rumano. Su casa, hoy museo, contiene interesantes manuscritos. 


Casa Dofostei

4. Monasterio Golia. Situado en una de las zonas más alta de Iasi encontramos este monasterio amurallado del siglo XVII. La iglesia del interior fue erigida en el siglo XVI gracias al boyardo Ioan Golia (de ahí el nombre) y, posteriormente, el príncipe Vasile Lupu construyó lo que es el recinto en sí. La torre de la entrada, con 120 escalones, es uno de los símbolos de Iasi. En el interior encontramos una especie de altar de madera del siglo XVIII.

Iglesia del interior del Monasterio

5. Museo de la Unión o Palacio Cuza. Lugar de residencia del Príncipe Alexandru Ioan Cuza durante 1859-1862 y a principios del siglo XX. Un palacio magníficamente conservado con todo tipo de detalle, una pena que no se permitan fotografías. Creo que es un museo desconocido por los propios habitantes de Iasi porque cuando lo visité estaba completamente vacío e iban encenciendo las luces a medida que iba pasando de sala en sala. Pero recomiendo visitarlo ya que está maravillosamente bien cuidado. 

Museo de la Unión.


Para mí este es el top cinco si visitas Iasi, pero cabría mencionar varios lugares interesantes. En primer lugar, y si el tiempo acompaña, recomiendo un paseo por los bulevares tales como Stefan Cel Mare donde podéis ver, además de la catedral, la Iglesia de los tres jerarcas, el palacio Roznovanu -ayuntamiento- o el Teatro Nacional Vasile Alecsandri. En segundo lugar, y también si el tiempo acompaña, un paseo por la Plaza de la Unión por donde llegaréis al Museo de la Unión y donde veréis una estatua de Alexandru Ioan Cuza así como el Hotel Traian que fue diseñado por Eiffiel. Y, por último, y de nuevo con el tiempo a nuestro favor, un paseo por el Bulevar Copou donde podéis ver los edificios de la Universidad de Iasi, el edificio del Instituto Francés y si sois valiente y os gusta andar, podréis ver la zona militar y al final el Jardín Botánico que es muy bonito para pasar el día, siempre y cuando sea soleado y calorcito porque con el frío no se disfruta igual. Al final del Jardín Botánico, muy escondido, hay una pequeña Iglesia Ortodoxa y un cementerio que merece la pena ver. 

En definitiva, Iasi es una ciudad preciosa. Una ciudad que tiene un halo de romanticismo gracias a esa decadencia. El cableado, los viejos tranvías, los edificios antiguos y los bulevares dan a la ciudad cierto encanto que es difícil de olvidar. 

6 de noviembre de 2013

La imaginación materna en el siglo XVIII. La discusión entre Blodel y Turner.

Los monstruos con excesivo pelo (hirtusismo) siempre eran explicados como efectos del poder de la imaginación materna. Imagen extraída de la obra de Ambroise Paré, Monstruos y prodigios. 

La imaginación maternal, o la creencia según la cual la imaginación o los deseos de la madre pueden considerarse responsables de ciertas modificaciones o alteraciones del desarrollo natural del feto, no surgió ni mucho menos en la modernidad. Tanto Aristóteles como Hipócrates ya la habían mencionado para explicar las marcas de nacimiento —los antojos no satisfechos— así como las generaciones monstruosas. Fue también en esa vena de explicación patológica en la que la misma idea perduró durante toda la Edad Media y fue recogida en los grandes tratados teratológicos del Renacimiento hasta su abandono provisional por la élite científica en la llamada «Revolución embriológica» del siglo XVII. 

No obstante, durante el Medioevo y el Renacimientoñ la cuestión de la imaginación no fue más que una sucesión interminable de testimonios que, se fueron reflejando en tratados de historia civil o en compendios de filosofía o de historia natural. Desde las enciclopedias medievales hasta los grandes tratados teratológicos de los siglos XVI y XVII, la discusión de la imaginación material en la producción de rasgos aberrantes nunca adquirió un carácter sistemático, sino que se limitó a servir como explicación retrospectiva del nacimiento de algunos monstruos o de la producción de ciertas marcas de nacimiento. 

A principios del siglo XVIII, sin embargo, la imaginación se convirtió en una causa tan popular de los monstruos que otras causas como la divina o lo demoniaco habían empezado a desaparecer a medida que Europa se hacía laica, asimismo las otras explicaciones procedían de asunciones embriológicas de Galeno y Aristóteles que estaban cada vez más desacreditadas. La doctrina sobre la influencia prenatal estaba tan bien establecida a principios del siglo XVIII que casi había desechado las otras explicaciones y se había convertido en casi la única explicación para una amplia variedad de anomalías y malformaciones. Hay que entender esto como una tendencia y no como algo absoluto, algunos doctores y escritores médicos aceptaban otras explicaciones para las monstruosidades aunque en algunos casos la tendencia fue la de recurrir a la imaginación.

Uno de los mayores defensores de la teoría de la "influencia materna" fue Daniel Turner quien en 1714 publicó un libro titulado De morbis, donde recogía una serie de casos de seres monstruosos "creados" por efecto de la imaginación. Turner no discutió propiamente ni hechos ni causas, sino que se limitó a establecer conexiones entre diferentes tipos de testimonios. Turner no hablaba de las propiedades de la imaginación ni pretendió formular una teoría general que explicara las deformaciones o marcas de nacimiento. Su narración se limitó a dar cuenta de tales y cuales acontecimientos según testimonios diversos.

Y si bien Turner gozó de cierta popularidad, sucesos tales como lo de Mary Toft (recogido en este mismo blog en Abril de 2013) motivaron a un cuestionamiento sobre la verdadera eficacia de la "influencia materna". El mayor opositor a esta teoría fue James Blondel quien, a raíz del engaño de Mary, escribió The strengh of Imagination in Pregnant Women Examin’d (1727). En él, Blondel negaba el poder de la imaginación negando la existencia de la cadena de intermediarios que vinculaba a la madre con el feto. Para éste no había intercambio de fluidos, humores o espíritus entre la madre y el feto por lo que no había modo de que la imaginación de la madre pudiera ejercer tal poder sobre el feto. El porqué Blondel niega la teoría de la imaginación se entiende cuando vemos que la base de su argumento se encuentra en la teoría de la preexistencia (preformacionismo) que había sido formulado en el último cuarto del siglo  XVII y que en 1720 (fecha de publicación del libro de Blondel) se había convertido en la principal explicación de la reproducción.  Según esta teoría, el feto existía incluso antes de la fecundación  y existía como una miniatura, un ser pre delineado. Por lo tanto, el feto, al ya ser una entidad completamente formada antes de la fecundación, no había una creación de “novo” por los seres humanos. Todos los individuos habían sido ya creados al mismo tiempo. Esto implicaba, por tanto, que la influencia de la madre sobre el feto fuera imposible pues éste había sido creado años atrás.
 
Así pues, las ideas de Turner y Blondel chocaron en un intenso debate que tuvo lugar a principios del siglo XVIII en Inglaterra. En este se pusieron a prueba los diferentes argumentos tanto de uno como otro, para Blondel la lista de testimonios proporcionadas por Turner era totalmente insoportable, para éste, los argumentos proporcionados por Blondel no eran suficientes para probar la no-existencia de un fenómeno avalado por la autoridad y la experiencia. Finalmente en una caracterización ad hominem de la discusión, Blondel entendió que, a todos los efectos, Turner se comportaba, piensaba y razonaba como una mujer. Un insulto que hizo que el debate no se centrara únicamente en el carácter científico, sino que llegara a una cuestión personal por la que Turner tuvo que defenderse. Un debate que terminó, como suele decirse, en "tablas" pues ni uno ni otro fue capaz de renunciar a su razón.

Bibliografía:

Moscoso, Javier: “Los efectos de la imaginación: medicina, ciencia y sociedad en el siglo XVIII” en Asclepio, Vol. 53, Fasc 1, 2001, pp. 141-172. 

Todd, D: Imagining Monsters, miscreation of the self in eighteenth-century England, Chicago, University of Chicago Press, 1995. 

22 de octubre de 2013

Monstruos en "Espejos de príncipes y cavalleros"

Portada Amadís de Gaula


Las novelas de caballerías fueron un genero literario que gozaron de una gran popularidad en el siglo XVI y una gran difusión, ya que si no todo el mundo podía tener un libro si que podían acceder a las historias a través de lecturas colectivas. Este tipo de literatura se organiza con lo que se conoce como ciclos o subciclos. Entre los ciclos mayores encontramos la obra más representativa de este tipo de género: Los cuatro libros de Amadís de Gaula, seguida de Las sergas de Esplandián, Palmerines, Espejo de Príncipes y Cavalleros.


Generalmente, este tipo de novelas caballerescas solían tener una sinopsis muy sencilla. Un caballero, protagonista de la historia, debía enfrentarse a todo tipo de aventuras para combatir la injusticia y poder estar con la dama que amaba. Obviamente, la historia estaba cargada de muchos tipos de valores como el honor, el amor puro, la dama virginal, e incluso elementos religosos. La trama de Espejo de Príncipes y Cavalleros se adapta a este esquema sencillo que he expuesto, dos hermanos gemelos -el caballero del Febo y Rosicler- separados al nacer se ven envueltos en todo tipo de aventuras antes de reunirse el uno con el otro y con sus padres, aparte cada uno de ellos tiene una dama cuyo corazón deben ganarse de una manera justa y honrada. 

Las aventuras a las que se enfrentan los caballeros suele tener siempre un antagonista. En la mayor parte de las ocasiones éste es un monstruo, un ser que no se puede incluir dentro de lo "normal" bien por exceso de estatura, por exceso de fealdad, por exceso de maldad, etc. El monstruo por excelencia es el gigante que representaba lo salvaje, lo brutal, la maldad, etc. Un gigante que actua siempre de manera injusta, movido a veces por la ambición, por la venganza o simplemente por el deseo de hacer el mal. En Espejo de Príncipes y Cavalleros el gigante aparece en numerosas ocasiones y se enfrenta tanto al Caballero del Febo como a Rosicler, aunque siempre perdiendo en cada uno de las batallas. He aquí un ejemplo del Lib. I Cap. XXX en la que Rosicler se enfrenta a un gigante que ha secuestrado a una dama, la descripción del terrible jayán resalta todos sus defectos que no son sólo físicos, sino que se adecúan a la falta de moral del monstruo:

"Que como mirassen por lo que era, a poca pieça vieron venir al lado de la nao un que ellos ivan un pequeño batel, en el qual venía un jayán salvaje, lleno de muy gruesso y espesson pelos todo el cuerpo, y tan fiero y espantoso que gran pavor en cualquiera animoso cavallero pusiera. En la una mano traía un ñudoso y aferrado bastón, tan pesado que otro que fuerça menos quél tuviera no lo pudiera levantar. Y en la otra traía una donzella hermosa, asida por los cabellos, y la cara toda ensangrentada, dándole grandes golpes con los pies y con el bastón"


Y si bien el gigante es el antagonista por excelencia, no es el único monstruo que hace acto de presencia en la mencionada novela. También encontramos enanos, generalmente descritos como feos hasta el punto de que eran objetos de burla lo cual no se distinguía mucho al estilo de vida que llevaban los enanos en el siglo XVI. Estos podían encontrarse en la corte en una situación intermedia entre animal y humano, siempre cercano a su dueño quien lo habría recibido como regalo. Los enanos eran como mascotas en manos de, principalmente, los miembros de la corte. En el Lib II. Cap. XXXVII encontramos un párrafo en la que el enano es motivo de chanza:

"Detrás dellos venían dos escuderos enanos, tan feos y pequeños que en todos quantos en la gran sala estavan pusieron grande risa, de los quales el uno traía la falda a la donzella, y el otro el escudo al cavallero, que era muy mayor y más pesado que él. Porque puesto detrás del escudo, ninguna cosa del enano se parescía; antes parescía venirse el escudo en el aire, sin que persona alguna le truxesse".

Por último, un monstruo muy interesante de Espejo de Príncipes y Cavalleros es el que aparece en el Libro III: un monóculo, antropófago, que ladraba. Este monstruo parece recoger detalles de las razas monstruosas que eran situadas en el continente asiático cuyo listado recogió Plinio en Historia Natural. La descripción resulta muy interesante pues no deja de sugerir que los autores de estas novelas tenían cierto conocimiento sobre estas naciones montruosas: 

"Y llegados cerca, vieron un campaña de más de treinta bárbaros, tan grandes que poco para hayanes les faltava. Y cada uno dellos tenía un solo ojo en la frente, tan grande como un mediano espejo, y todos vestidos de unas pieles de ossos y leones y otros animales. Los quales, assentados al rededor de un grande fuego que tenían hecho, tenían asando muchos animales y venados en grandes asadores de palo, y hablando entre ellos una lengua tan estraña y bárbara que los cavalleros, no la entendiendo, les parescían baladros"



15 de agosto de 2013

Iberoamérica Social- Revista Digital


Hoy me gustaría dedicar esta entrada a hablar sobre un proyecto que se está llevando a cabo desde hace tiempo, aunque acaba de dar su pistoletazo de salida hace poco. Es un proyecto ambicioso que abarca diferentes objetivos aunque se podría resumir en que lo que busca es la difusión de trabajos académicos centrados en temática concreta como es Iberoamérica. Sin embargo, es un resumen muy escueto, Iberoamérica Social va más allá, no es solo una revista digital donde todo el que quiera puede mandar su artículo y colaborar, sino que es una web donde podéis encotrar una serie de blogs en las que diferentes personas de diferente ámbito van a plasmar sus ideas teniendo siempre presente el contexto iberoaméricano. 

Yo tengo el placer de formar parte de este proyecto a través de un blog llamado "Pensamientos arbitrarios" así que los que me leen en este blog podrán, además, leerme allí. Y no sólo a mí sino que la web ofrece una gran variedad de blogs para todos aquellos que tengan diferentes intereses, por lo que animo que os acerquéis y le echéis un gran vistazo. Asimismo, me gustaría decir que se ha hecho ya una llamada de artículos para el número inaugural de la revista y estamos ansiosos por recibirlos así que animaros a mandar algo. Para todos aquellos interesados el enlace de la página podéis encontrarlo en la columna de la derecha de mi blog. 

26 de julio de 2013

El arte de observar (II)

Instrumentos para la investigación en las expediciones botánicas del siglo XVIII. Entre ellos dos especialmente importante para esta entrada: microscopio y telescopio, dos elementos fundamentales para la observación.

En la entrada anterior explicaba como la "observatio" emergió en el siglo XVI como un género epistemológico triunfal que alcanzó sus primeros éxitos en el campo de la astronomía y la medicina, pero que luego se extendió al resto de las ciencias. Las características del género epistemológico de las "observationes" eran, primero, un énfasis en eventos particulares, testigos de primera mano por un autor reconocido (en contraste a la acumulación de datos anónimos descritos por Cicerón y Plinio como típicas "observationes"); segundo, un deliberado esfuerzo de separar observación de la conjetura y, tercero, la creación de una comunidad de observadores dispersos en el tiempo y en el espacio que comunicaban y unían sus observaciones en cartas y publicaciones.

A partir de la segunda mitad del siglo XVII, las "observationes" dejan de ser un género epistemológico para convertirse en toda una técnica cognitiva esencial para todas las artes y ciencias que se desarrollarían durante ese siglo y el siguiente. Una técnica que fue innovándone en el hacer, el uso y la conceptualización de la observación con nuevos instrumentos como el telescopio, con nuevas técnicas para cotejar y coordinar la información y, sobre todo, nuevas ideas sobre la relación entre la razón y la experiencia. Es, en este momento, cuando se produce la ruptura definitiva entre "experimenta" y "observationes", en la base de que en la primera se intervenía en el curso de la naturaleza para producir un efecto o estudiar unos efectos que podían o no ocurrir en la naturaleza, mientras que el segundo examinaba la naturaleza tal y como se presentaba -con o sin la ayuda de instrumentos-. Aún así los términos tuvieron un divorcio lento e incluso D'Alembert llegó a decir que ambas formaban un círculo sin salida, la experimentación necesitaba de la observación y viceversa.

Desde finales del siglo XVII,  la técnica de la observación empezó a hacerse muy compleja, con procedimientos especiales y llevada a cabo bajo determinadas circunstancias, del tal manera que se pudiera diferenciar de una observación científica de la que no. A finales del siglo, los observadores científicos debían ejercer un cuidado inusual, a veces un cruce de comprobaciones en grupo. Los observadores científicos de los siglo XVII y XVIII eran conscientes de que desarrollaban nuevas prácticas de percepción erudita, atención, juicio y memoria, y herramientas tales como el cuaderno o la lupa eran imprescindibles. Tres elementos eran fundamentales en la labor de la observación:

1. Régimen de repetitiva observación del mismo objeto.
2. Tomar nota. Sin duda alguna, el tomar nota era algo que viene de antiguo, pero tiene su historia y está ligada al desarrollo de las prácticas de observación de la Edad Moderna. Era importante remarcar, describir y recordar lo observado.  3. Prestar atención. Observar fue principalmente un ejercicio de atención, en el caso de los naturalistas de la Ilustración eran muy puntillosos, magnificada y deliberadamente repetitivo.
4. Síntesis y descripción. El resultado de las prácticas anteriores es una avalancha de detalles descriptivos tanto visual como verbal. Tras observar repetitivamente y tomar nota, y prestar atención, el observador debía unir todo esos fragmentos para realizar un mosaico coherente pero no para reconstituir el objeto observado, sino para crear un objeto general. 
A mitad del siglo XVIII, la observación era era practicada, teorizada y celebrada en casi todas las ciencias. La observación requería tiempo y dedicación de quienes la practicaba de ahí que se convirtiera en todo un modo de vida, criticada, en ocasiones, por muchos moralistas que veían como muchos naturalistas sacrificaban a sus familias y su salud por el régimen de observación. Aún así, no se debe entender al observador como un ser antisocial, pues generalmente mantenía contacto sobre todo por correspondencia, pero sí como un ser solitario. 

Bibliografía (se complementa con la anterior entrada):

Daston, Lorraine: "The empire of observation, 1600-1800", en Daston, Lorraine; Lunbeck, Elizabeth (Eds.): Histories of Scientific observation, Chicago y Londres, University of Chicago Press, 2011. Pp. 81-113.

22 de julio de 2013

El arte de observar (I)

Daniela Bleichmar hace uso del retrato de Celestino Mutis como ejemplo de la principal labor del naturalista: observar. En ella el naturalista gaditano hace uso de unas lentes para observar un espécimen muy importante: la mutisia.

Cuando leí el trabajo de Daniela Bleichmar sobre las expediciones botánicas del siglo XVIII, leí algo que en un principio me parecía muy obvio: el trabajo de naturalista era observar. Hoy día tendemos a considerar obvias cosas que tenemos muy conocidas y muy asimiladas, si el naturalista no observara ¿Cómo iba a conocer, analizar y clasificar la naturaleza? Sin embargo, nos sorprendería saber que la "observatio" hizo su entrada en el mundo de las ciencias en el siglo XVI. Hasta entonces se había dado prioridad a la "experimentia" debido a su vinculación con la tradición aristotélica. En el siglo XVI el concepto de "observatio" seguía teniendo dos significados que nada tendría que ver con la labor del naturalista; el primero, vinculado con la observancia (seguimiento de unas reglas), y el segundo, relacionado con la visión atenta de unos objetos u hechos.

La "observatio" aún no entraría en el léxico hasta el siglo XVII, pero su plural: "observationes" empezó a usarse como género epistemológico primero en la astronomía y la medicina y, posteriormente, se expandiría a las demás ciencias. Las "observationes" era una forma distinta y autónoma de escribir, un reconocido género erudito que se convirtió en un fenómeno comunitario, es decir, que se nutría de las observaciones hechas por todos aquellos que formaron parte de la llama "República de las Letras".  Las "observationes" nacieron y se forjaron dentro de una comunidad, de una red horizontal de intercambio entre eruditos, y estaban dirigidas al objetivo de intercambiar y circular información dentro de una gran comunidad. Las "observationes" nacieron por la necesidad de compartir el conocimiento con una amplia comunidad. 

Un gran ejemplo de las "observationes" como género epistemológico lo encontramos en la obra de Johann Schenk: Observationum medicarum rariorum donde en 7 volúmenes recopiló observaciones tanto anatómicas como médicas realizadas por autores antiguos así como contemporáneos. Y no sólo eso, sino que además incluyó sus propias observaciones y de todos aquellos "colegas" con los que se había carteado entre los que se encontraba Joachim Camerarius o Jean Bahuin. Lo que define a esta obra, y al género en general, era el énfasis en la colección y la circulación de un conocimiento observacional, visto como una empresa conjunta que unía el pasado, presente y futuros miembros de una comunidad.

Bibliografía:

Pomata, Gianna: "Observation rising: birth of an epistemic genre, 1500-1650" en Daston, Lorraine; Lunbeck, Elizabeth (Eds.): Histories of Scientific observation, Chicago y Londres, University of Chicago Press, 2011. Pp. 45-80.  

 

La trágica situación del CSIC

Hoy me toca salirme un poco de la línea argumental del blog, no mucho, para hacer una petición. Hace algunos día el blog amigo "Animalis Hispánica" dedicaba una entrada a la situación del CSIC (http://animaliahispanica.blogspot.com.es/2013/07/el-arca-de-noe-arturo-morgado-garcia.html), una situación que si bien se viene arrastrando año, ahora es cuando ha llegado a una situación crítica hasta el punto de que cien directores han comunicado la paralización temporal de los proyectos (http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/07/19/actualidad/1374248993_715702.html). No deja de ser una tragedia que un centro como el CSIC se paralice, la investigación es algo esencial para el desarrollo y la evolución humana, en Historia, por ejemplo, el estudio del pasado nos sirve para conocer el presente y aprender a tener un mejor futuro. La investigación en la Historia es tener presente en la memoria los errores y aciertos del pasado para tenerlos presente en un futuro. 

Desde hace unos días anda circulando por la red una petición en la que se solicita la firma para salvar a esta institución, desde aquí hago la misma petición seas o no del ámbito académico, te dediques o no a la investigación, por favor, gasta dos minutos de tu tiempo en firmar porque, en realidad, la investigación abarca a todos. Para firmar pincha en el enlace: http://www.change.org/es/peticiones/firma-para-salvar-al-csic

17 de julio de 2013

El fin de la visión emblemática.

Ilustración extraída de la obra de Jan Jonston: Historiae naturalis de quadrupedibus libri, cum aeneis figuris, Johannes Jonstonus,... concinnavit. 1657.


Continuando con la explicación sobre la visión emblemática de la naturaleza, en esta entrada toca hablar de su fin. Tradicionalmente se considera la obra del naturalista polaco Jan Jonston (Joannes Jonstonus) como un punto de inflexión en la tradición emblemática. Su Historia Naturalis contaba con todas la ilustraciones de la tradición aldrovandina, sin embargo, el texto que las acompañaba se alejaba mucho de las historias naturales anteriores como las de Gessner o Aldrovandi. Si bien, como dijimos, Gessner le dedicaba 8 páginas al pavo y Aldrovandi 30, Jonston le dedicaría únicamente 2. Su descripción prescindía de los emblemas, los proverbios, la mitología, o los jeroglíficos y se limitaba a describir al animal y a hablar de sus propiedades médicas y culinarias. Jonston, por tanto, rompe con la tradición renacentista que hasta ahora había marcado la producción de historia natural. Se produce lo que se llamada "desencantamiento" o "desimbolización".

Pero ¿Que ha ocurrido para que se produzca este cambio? Asworth habla de tres posibles motivos. El primero de ello es el "encontronazo" con la naturaleza del Nuevo Mundo. En las primeras décadas del siglo XVII aparecen las primeras historias naturales del Nuevo Mundo y, generalmente, se les suele considerar como hijas de la tradición baconiana, es decir, productos de la observación o de la experiencia de aquellos que habían viajado al continente americano. ¡Ojo! Esto no quiere decir que los que las escribieron habían viajado al Nuevo Mundo, sino que basaban sus relatos en historias leídas u oídas de quien si había viajado, esto llevó en muchas ocasiones a procesos de cotejo entre las historias y también entre los objetos traídos del Nuevo Mundo, un buen ejemplo de ello fue toda la polémica creada en torno a sí el ave del paraíso tenía o no tenía patas. Pero sí que es cierto, que estas historias naturales carecían de la tradición emblemática pero no porque hubiera un repentino interés por hacer las historias naturales basadas específicamente en la observación sino porque los animales, la naturaleza en general, den Nuevo Mundo carecía de similitudes, es decir, ningún autor griego había visto a un oso hormiguero o al armadillo. Por lo que las descripciones de estos nuevos espécimenes debían basarse únicamente en lo poco que se sabía o se podía saber: su apariencia física, su hábitat, alimentación, etc.

No todos los autores están de acuerdo con que el Nuevo Mundo cortara o supusiera una ruptura con la tradición emblemática tal y como señala Asworth. Peter Mason en Before Disenchatmen (podéis ver una reseña interesante de esta obra en el siguiente enlace; http://animaliahispanica.blogspot.com.es/2013/07/peter-mason-before-disenchantment-2009.html) rechaza la teoría de Asworth y admite que en las descripciones de la naturaleza del Nuevo Mundo, sobre todo en las descripciones visuales, se seguía manteniendo cierta visión emblemática, cierta mitología y usa como ejemplo varios espécimenes quedando muy claro sobre todo en la descripción del perezoso. Para Mason, la descripción que se hace el perezoso apenas cambia en un siglo y su imagen, reproducía apenas sin cambios a lo largo de los años, seguía siendo muy mitológica y muy poco realista. Coincide en cierta manera con esta idea Brian Ogilvie, para el la Historia Natural exótica supuso un retroceso  o una vuelta atrás en el avance de la historia natural ya que los naturalistas, al no poder observar "lo exótico" más de cerca, debían recurrir a métodos de cotejo y comparación. Según Ogilvie, los propios naturalistas admitían que este método era inferior a la observación pura, pero que estaban a favor de usar cualquier método que les pudiera ayudar a catalogar la naturaleza de la forma más exhaustiva posible.

El segundo motivo que influyó en la quiebra de la tradición emblemática fue la obra de Thomas Browne Pseudoxia Epidemica en 1646 (Título en español; Sobre errores vulgares) que intentaba purgar a las historias naturales de los errores más comunes cometidos y que eran considerados como verdades. El autor se preguntaba si muchas de las historias tales como la que contaba que el Camaleón vivía del aire, eran verdades y si podían ser demostradas. Apelando a los criterios de la razón, experimentación y autoridad evalúa muchas de ellas.

Y, por último, el tercer motivo fue la influencia baconiana. Francis Bacon, a pesar de no haber escrito nunca una historia natural, sí que tenía claro cómo hacerla y pensaba que hasta las ahora publicadas era insatisfactorias pues no mostraban la naturaleza como Dios las había creado, sino como lo había hecho el hombre. Rechazó la tradición emblematica rechazando la idea de que la naturaleza fuera compuesta por una serie de códigos. Aún así Bacon no fue la mayor influencia para la ruptura de esta tradición ya que el desmatelamiento fue anteror e independiente al baconismo.

Para la bibliografía ver la primera parte. 



14 de julio de 2013

The White Queen



The White Queen (La Reina Blanca) es la adaptación televisiva de la novela homónima escrita por Philippa Gregory en la BBCOne. He leído de Philippa Gregory que sus novelas históricas suelen ser bastante fieles a la realidad, sin embargo, es algo que no puedo confirmar por dos motivos, el primero porque no he leído ninguna de sus novelas aunque tengo la de "La otra Bolena" pendiente, y segundo, porque la Historia de Inglaterra no es lo mio, es decir, me gusta, pero no la conozco en profundidad.

La protagonista de The White Queen, y me atrevería a decir de casi todas las novelas de Philippa, es el personaje femenino, en este caso Lady Elizabeth Woodville, criticada por ser hijos de unos terratenientes y por ser plebeya, tras quedarse viuda de John Grey -quien muere en la batalla de Saint Albans- se casa con Eduardo IV de Inglaterra quien había accedido al trono tras ganar a Enrique VI. Su principal enemigo será Lord Warwick, primo del rey, quien se opone fuertemente al matrimonio y conspirará para poner a un nuevo rey en el trono a quien pueda dominar. El contexto de la serie es la llamada Guerra de las Rosas que enfrentaría a la casa de York con Lancaster y que finalizará con la muerte de Ricardo III -quien, por cierto, llegaría al trono tras encerrar a sus sobrinos (hijos de Eduardo) en la Torre de Londres desconociendose hoy día que pasó con ellos- y con el acceso al trono de Enrique VII siendo éste el inicio de la dinastía Tudor.

La serie está bastante bien, me gusta la ambientación y las interpretaciones excepto del rey que parece más un modelo que otra cosa. Pero, en general, está muy bien y, en mi caso, me gusta este acercamiento a esta parte de la Historia. 

Si alguien está interesado podéis encontrarla en el blog de Por Siempre Orgullo y Prejuicio cuyo enlace está en este blog. 

ACTUALIZACIÓN


A raíz de la emisión de la serie "The White Queen" la BBC2 ha emitido un documental en dos partes presentado por la autora del libro, Philippa Gregory, donde cuenta no sólo la historia de Elizabeth Woodville, sino también la de sus rivales en el contexto de la Guerra de las dos Rosas: Anne Neville (hija de Lord Warwick) y Margaret de Beaufort (madre del futuro rey Tudor, Henry VII). Yo he visto ambas partes y he admitir que ha sido un documental muy bueno que explica de manera sencilla un contexto complicado. El título, por cierto, es "The real White Queen and her Rivals". 

11 de julio de 2013

La visión emblemática del mundo

Camaleón en la obra de Conrad Gessner Historia Animalium



Hace dos entradas hacía mención, brevemente, a Asworth y su explicación de la "visión emblemática" del mundo, en esta entrada me gustaría dedicarle algo más de espacio. Como ya dije la "visión emblemática del mundo" era una manera de reproducción de la Historia Natural típica del Renacimiento sobre todo en el periodo de tiempo 1550 y 1560. Se basaba en un modo de concebir la naturaleza como un conjunto de entes  naturales que formaban parte de un lenguaje de símbolos y significados ocultos que era posible descifrar, y de hecho el conocimiento se basaba en aprehender tantos significados como fuera posible. Uno de los mayores representantes de este tipo de Historia Natural fue el naturalista y bibliográfo Conrad Gessner (1516-1565) debido a su historia en 4 volúmenes sobre los animales titulada Historia Animalium (1551-1558). 

¿Qué es lo que hace que la obra de Gessner sea la representativa de este tipo de Historia Natural? Habría que mirar las descripciones de animales que él realiza. Asworth pone como ejemplo al pavo, en su obra Gessner ofrece, en primer lugar, el nombre del animal en diferentes lenguas, a continuación una descripción del mismo basado, principalmente, en fuentes clásicas en la que destaca Aristóteles. Luego habla de la mitología del animal, es decir, de la presencia del pavo en la mitología clásica. Y por último, proverbios, medicinas y leyendas. Por tanto, la descripción de Gessner no es una descripción anatómica ni biológica, sino que su atención se centra en todo ese tipo de vínculos que ligan al pavo con la historia, la mitología, la etimología, etc. 

Todo ese tipo de asociaciones relizadas por Gessner era típico en el pensamiento humanista del Renacimiento donde el peso de los clásicos era muy importante. Tal y como señala Brian Ogilvie en The Science of Describing, el naturalista del Renacimiento se consideraba un restaurador del trabajo iniciado por autores como Aristóteles o Teofrasto, trabajos que habían permanecido en la oscuridad durante la Edad Media. En el caso de Gessner, y otros naturalistas del mismo periodo como Ulises Aldrovandi, a sus trabajos añadieron seis líneas de pensamiento que sería interesante destacar:

1. Jeroglifica. El interés por los jeroglíficos comienza en el siglo XVI cuando la obra de Horapolo, Hieroglyphica, fue descubierta. Era, esencialmente, un diccionario de símbolos, especialmente de animales que fascinó a los naturalistas del Renacimiento que veían a la naturaleza como un lenguaje de símbolos.

2. Anticuaria. Existió en el Renacimiento una fascinación por las antigüedades, sobre todo por las monedas y las medallas. En el siglo XVI aparecen los primeros tratados sobre numismáticas, las monedas antiguas estaban cargadas de símbolos y en muchas de ellas aparecían animales.

3. Esópica. En el Renacimiento existió un gran interés por las fábulas, especialmente las de Esopo ya que los animales eran los protagonistas de la mayor parte de sus fábulas, por lo que fue la fuente básica para los humanistas interesados en los animales.

4. Mitológica. El humanismo fue una recuperación de las obras clásica y por ello toda la mitología tuvo su importancia en el Renacimiento. El muchos de los relatos mitológicos encontramos animales, por ejemplo, la Metamorfosis de Ovidio. Con el paso del tiempo la tradición mitológica se completaria con la obra de Cesare Ripa Iconología.

5. Adágica. Los adagios eran proverbios y adquirieron una gran importancia gracias a la obra de Erasmo de Rotterdam. La obra de este autor fue reimpresa continuamente durante cuarenta años y despertó el interes de los naturalistas porque en muchos de sus proverbios se encontraban animales.

6. Emblemática. Fue inventada por Andrea Alciato y estaba compuesto siempre por una imagen, un título y un pequeño texto explicativo. El hecho de que despertara el interés es porque en muchos de ellos habían animales.

Es posible que muchos de los que lean esta entrada piensen que este modelo de hacer Historia Natural en el Renacimiento no es suficiente para lo que entendemos por Historia Natural. Para Gessner, el limitarse a hacer una descripción anatómica del pavo o hacer una clasificación del mismo dentro del reino animal era, básicamente, insuficiente. Para él era imprescindible estudiar a un animal dentro del universo y eso se hacía siguiendo estas líneas de pensamiento. Esta visión emblemática se consolidaría y si bien Gessner le dedica 8 páginas al pavo, Aldrovandi le dedicaría 32 ya que el escribiría su obra cuando todas esas líneas de pensamiento, anteriormente mencionadas, estén en su pleno apogeo.

Sin embargo, a pesar de lo que pueda parecer en esta entrada, los naturalistas del Renacimiento y, en especial aquellos que se dedicaban al estudio de la botánica, no eran meros eruditos de gabinete. Su conocimiento no provenía solo de los libros. Es posible que, cuando hablamos de zoología  como ocurre en este caso, los naturalistas se hallaran más atrasados y así lo señala Ogilvie, obviamente observar animales era algo más complejo que observar plantas, pues al fin y al cabo éstas estaban más cerca y más presente. Pero considero importante considerar al naturalista del Renacimiento como una persona en constante movimiento entre biblioteca, gabinetes, jardínes botánicas y naturaleza (a través de pequeñas excursiones a las zonas más cercanas, Gessner, por ejemplo, solía viajar a montes cercanos a su ciudad). Los naturalistas botánicos del siglo XVI basaban sus estudios especialmente en la observación, ya que para ellos era importante la descripción exacta de cualquier especímen observado. A través de esas observaciones completaban las descripciones ofrecidas por Aristóteles, Teofrasto y Dioscórides. Asimismo, aunque seguían confiando en las obras clásicas, empezó a ir primando las descripciones por observación de primera mano, y si esto no podía ocurrir -como por ejemplo podía pasar con especímenes americanos o del norte de Europa- se solía recurrir a la fuente más fiable. Esto, sin duda, es más extenso de lo que aquí expongo y prometo dedicarle toda una entrada en cuanto termine con la visión emblemática.


Bibliografía:

Ashworth Jr., William B: "Natural history and the emblematic world view". En Reappraisals of the scientific revolution, editado por David C. Lindberg y Robert S. Westman. Cambridge: Cambridge University Press, 1990.


Ogilvie, Brian W.: The science of describing: Natural History in Renaissance in Europe, University of Chicago Press, 2008. (Le dedicaré una entrada más extensa)