27 de diciembre de 2015
Carlos V, el César y el hombre
30 de noviembre de 2015
Las mujeres del Emperador II (Isabel de Portugal)
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La emperatriz Isabel de Portugal, Tiziano (1548). Museo Nacional del Prado (Madrid) |
"... la experiencia que tenemos de su buena y loable gobernación y administración en la dicha ausencia pasada que hicimos destos Reinos..." (Carlos V a sus vasallos de Castilla, 1 de marzo de 1535)
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Bajorrelieve de Jian Mone, en el castillo de Gaesbeck, en el que aparece el Emperador abrazando a la Emperatriz |
"La orden que yo deseo que la Emperatriz y Reina, mi muy cara e muy amada mujer, mande que se guarde y tenga durante mi absencia en la gobernación destos Reinos es la siguiente..." (Instrucciones de Carlos V a la Emperatriz...1529)
"Fue esta muerte de gran sentimiento para todos, principalmente para el Emperador..." (Memorias de Carlos V)
Fuentes:
Fernández Álvarez, Manuel: Carlos V, el César y el hombre, Barcelona, ed. Espasa, 2105 (primera edición ¿2011?).
Recurso web: http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=isabel-de-portugal-reina-de-espanna-y-emperatriz-de-alemania [Consultado, 30 de noviembre de 2015]
4 de noviembre de 2015
Las mujeres del Emperador I (Margarita de Austria)
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Retrato de Margarita de Austria, Bernard van Orley. |
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Grabado del retrato de Margarita de Austria por Emanuel van Meteren |
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Margarita de Austria, retrato atribuido a Pieter van Coninxloo |
29 de septiembre de 2015
Carlos, Rey Emperador - la serie
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Izquierda: Blanca Suárez como Isabel de Portugal. Derecha: Álvaro Cervantes como Carlos V |
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Mónica Lopez como Margarita de Austria |
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Carlos V e Isabel de Portugal de luna de miel en la Alhambra |
27 de octubre de 2010
Verdaderos y falsos mitos de la Inquisicón (III)

26 de octubre de 2010
Verdaderos y falsos mitos de la Inquisición (II)

25 de octubre de 2010
Verdaderos y falsos mitos de la Inquisición (I)

27 de febrero de 2010
Isabel y Fernando

Fuente:
Ferández Álvarez, Manuel: Isabel la Católica, Ed. Espasa Calpe, Madrid, 2006.
23 de septiembre de 2009
Felipe II, la personalidad del rey en cuyo imperio no se ponía el sol.
Se sabe que físicamente era un hombre débil y propenso a enfermedades, ya Gregorio Marañón diría de Felipe II que era un hombre “débil con poder”[1], obviamente esta debilidad física no era culpa suya, o al menos no es su mayoría, y es que la naturaleza física depende de los padres y abuelos y en lo que a este tema respecta, Felipe II no podía pedir más, pues era hijo de padres primos hermanos, nieto de una loca (Juana) y hermano carnal de dos epilépticos. También poseía un carácter taciturno y triste, frente a hombres de su edad que solían poseer alegría, por el contrario era un hombre infatigable en el trabajo, era rey por derecho pero también de hecho, para él su profesión era ser rey y a ello se dedicaba de manera tenaz. Su fortaleza de espíritu le permitió superar cualquier debilidad física y como hombre destinado a ser rey recibió una educación acorde con ella, aunque fue una educación muy descuidada, pues a los siete años el futuro rey no sabía ni leer ni escribir, mientras que a los tres ya le habían enseñado a cazar[2]. A pesar de los educadores que pudiera tener (Juan Martínez Silíceo o Juan Ginés de Sepúlveda), su principal educador fue su padre, el emperador Carlos V a través de las Advertencias o Instrucciones que éste le mandaba en una copiosa correspondencia. Estos consejos o instrucciones penetraron en Felipe II, destacando el de la suspicacia y el de la desconfianza de los hombres, esto último se demuestra con el hecho de que fuera él personalmente quien revisara cada documento o que utilizara “espías” para que vigilara a sus hombres de “confianza”. Sin embargo, no todos los consejos fueron seguidos por el futuro rey y desoyó uno de los consejos que con más insistencia le transmitía el padre: el de conocer cada uno de los países que iba a reinar, al menos conocer su idioma. Sin duda alguna, Carlos V conocía las consecuencia negativas que podía tener no conocer el idioma del país que iba a reinar y, por ello insistió tanto en que su hijo Felipe se esforzara en ello, pero éste no logró aprender ningún idioma de los países que formaban parte de su dominio, de hecho sólo manejó con gran soltura el latín. Tampoco se molestó en ir a los países que reinaba, de hecho solo en dos ocasiones salió de España, una de ellas para viajar junto a su padre y la segunda para ir a Inglaterra para casarse con María Tudor. Pese a su precaria o descuidada educación política, ya desde niño se veía que Felipe era un hombre de estado y es por eso que, con tan sólo 16 años su padre le confió el gobierno de España mientras estaba ausente[3].
Era un hombre silencioso y grave, en la vida pública poseía dominio de sí mismo y el poder de disimularlo y de vencer el dolor físico y los sentimientos espontáneos que le acompañaron toda su vida. Temía parecer débil y es por ello que no cambiaba de opinión en público, ya que una vez que había tomado una decisión rara vez lograba nadie hacerla cambiar. Poseía una gran sencillez, fruto de su carácter y los rígidos principios que poseía, extremaba la sobriedad en la mesa, mostraba repugnancia a las diversiones tumultuosas como las corridas de toro o el teatro. En cambio prefería los espectáculos que ofrecía el Santo Oficio, presidió personalmente cinco autos de fe y lamentaba no poder asistir a más. Esa sobriedad y modestia le acompañaron también en el vestir. Estos “defectos” generaron un sentimiento de antipatía entre muchos de los que le rodeaban. Al contrario que su padre, amaba la vida sedentaria, era un hombre de gabinete y la vida doméstica reglamentada y tranquila. Poseía falta de espíritu bélico, cualidad que sí poseía su hermano bastardo Juan de Austria a quien amó y envidió con la misma fuerza. Felipe II rehuyó la guerra cuanto pudo y no participó personalmente en ninguna, aún así no la consideró como algo reprochable ya que la provocó siempre y cuando la consideró necesaria.
Como rey absoluto fue enemigo de las autonomías, imponía su dominio y su criterio. Cuidó su patrimonio como un regalo heredado no sólo de su padre, sino también de sus abuelos y de sus bisabuelos, y la guerra fue el mejor medio para conservarlo. No sólo logró conservarlo, sino también lo acrecentó –incorporación de Portugal-. Sin embargo, los historiadores han observado que carecía de un proyecto, de una serie de objetivos fijos para su política exterior, y aunque era muy difícil tener objetivos en la política del siglo XVI, Felipe II alcanzó menos de sus objetivos que la mayoría, ya que fueron más numerosas las derrotas que las victorias[4]. En el gobierno siguió el consejo de su padre, desconfió de sus hombres y evitó caer en el favoritismo, le gustaba oír las opiniones de los hombres que le rodeaban pero se guardaba celosamente cualquier resolución. Sin embargo, el hecho de que le gustara rodearse de varios secretarios hizo que la burocracia fuera muy lenta y que las decisiones no se tomaran cuando se tenía que tomar.
Desde el punto de vista espiritual, Felipe II era un hombre excesivamente religioso, ya que su padre le había aconsejado tener a la religión como base para la política. Sin embargo, fue siempre un impedimento pues por ese motivo se negaba a negociar con herejes o tratar con rebeldes, lo que podía dar como resultado una victoria total o bien una derrota. Por otro lado fue un modelo de cristiano en lo más difícil y agrio que tiene para la naturaleza humano la práctica de los sacrificios. Practicó de forma rigurosa la caridad y poseía una sentimentalidad natural que se expresó en sus relaciones matrimoniales, paternales, y aún en las oficiales de su gobierno. Felipe fue muy cariñoso y atento con sus esposas e hijos, hecho que se demuestra en las cartas que enviaba a sus hijas. En esas cartas se manifiesta que las añoraba, pero también da a conocer detalles tan curiosos como que le gustaba oír el canto de los pájaros o las bromas de los bufones, detalles que mostraban el lado más humano del monarca. Era un hombre amado por sus mujeres, sus hijos, sus amigos íntimos e incluso por sus servidores, a pesar de que para el resto de sus contemporáneos fuera antipático. A pesar de todo, y aunque estas cartas reflejan su lado humano, también reflejan su mediocridad, el mismo Gregorio Marañón diría que las cartas parecían escritas por “un niño bueno pero no muy inteligente”[5].
Por último, cabe señalar como aspecto de su personalidad lo que algunos autores han señalado: su inclinación al esoterismo. Al parecer las primeras pruebas de las incursiones de Felipe II hacia lo más o menos oculto fue durante su estancia en Inglaterra donde se ha llegado a saber que se hizo trazar un horóscopo por John Dee, astrólogo oficial de la corte inglesa. También algunos testimonios de la época relataron al amor del monarca por la Alquimia y en su biblioteca personal se podía encontrar libros de toda clase entre los que destaca los del beato mallorquín Ramón Llul.
[1] Esta expresión no sólo hace referencia a su físico sino también a su personalidad.
[2] PARKER, GEOFFREY: Felipe II, Alizanza Editorial, Madrid, 2004 . P. 23.
[3] ALTAMIRA, RAFAEL: Felipe II, hombre de estado. Fundación Rafael Altamira, Alicante. 1997. P. 75.
[4] PARKER, GEOFFREY: Op. Cit. Pp 247-248.
[5] MARAÑÓN, GREGORIO: Antonio Pérez. El hombre, el drama, la época, Espasa-Calpe, Madrid, 1997. P. 326.
[6] G. ATIENZA, JUAN: La Cara Oculta de Felipe II. Ediciones Martínez Roca, Barcelona 1998. Pp. 27-34.
FUENTE:
ALTAMIRA, RAFAEL: Felipe II, hombre de estado. Fundación Rafael Altamira, Alicante, 1997.
G. ATIENZA, JUAN: La cara oculta de Felipe II. Alquimia y magia en la España del Imperio. Ediciones Martínez Roza, Barcelona, 1998.
PARKER, GEOFFREY: Felipe II. Alianza Editorial, Madrid, 2004.
26 de agosto de 2009
Bastardos que merecían ser "Rey": Juan de Austria (El cenit y la caida de un héroe: Lepanto y Flandes).
La Liga celebró la victoria en Messina y después en Nápoles. Se sabe que allí don Juan disfrutó de los placeres del amor con Diana de Falangola quien le daría una hija: Juana la cual sería criada por Margarita de Parma, hermana mayor de don Juan. Se sabe que tuvo otros amores, pero de poca importancia. Tras la victoria, además, don Juan reforzó si ambición: deseaba un reino propio y el tratamiento de alteza, pero no lo consiguió.
En 1573 la República de Venecia "traiciona" a la Liga y firma ella sola una paz con los Turcos. Esto hizo que don Juan cambiara la bandera de la liga por la de Castilla y fuera a perseguir sus propios objetivos: la conquista de Túnez. Con la bendición de su hermano, don Juan empezó a preparar la escuadra en Messina y a primeros de octubre de 1573 pudo zarpar hacia Túnez que fue conquistada en apenas unas horas. Ahora sí esperaba conseguir su reino, contaba con el apoyo del nuevo papa: Gregorio XIII quien sugirió a Felipe II la idea de que don Juan fuera nombrado rey, pero de nuevo los recelos de Felipe hizo que diera una respuesta negativa y Muley Hamet fue nombrado rey vasallo de España. Sin embargo, Túnez duraría poco en manos de España, en septiembre de 1574 volvió a manos turcas.
Tras esto, don Juan marcha a Madrid. A su llegada encuentra el cariño de un hermano siempre alerta pero también encuentra a un secretario: Antonio Pérez con más poder. Éste recelaba de las intenciones de Don Juan y para vigilarlo nombró a su mejor amigo: Escobedo, como secretario de don Juan. Pérez pronto vió como su amigo empezaba a ser más fiel al Austria que al mismo. Sería una traición que nunca perdonaría. Por otro lado puede decirse que las sospecha del secretario no estaban muy desencaminada pues don Juan quería un reino si o sí y esta vez pretendía conseguirlo casándose ni más ni menos que con la reina de Inglaterra: María Estuardo. Para ello de nuevo contaba con el apoyo del papa así como de los católicos ingleses. Pero Felipe II dejo el tema en el aire y don Juan de nuevo vería frustrado su objetivo.
La muerte de Requesens, gobernador de los Países Bajos, supuso un nuevo cambio de rumbo en la vida de don Juan. Éste que no quería verse envuelto en el "lío" de Flandes, tuvo que aceptar su nombramiento como nuevo gobernador, pues constituía una nueva oportunidad en el deseo e conseguir un reino. La situación de Flandes en esos años es totalmente caótica y a su llegada encontró con que los tercios, que llevaban meses sin recibir sus pagas, habían entrado en la ciudad de Amberes. Don Juan que llevaba instrucciones de mostrarse conciliador y a fin de que se le reconociera como gobernador decidió firmar el Edicto Perpetuo donde accedía a casi todo lo que pedían los flamencos.
Los años en Flandes fueron muy duros para el paladín de la cristiandad y héroe de Lepanto. Junto a la política de Flandes continuaba con sus planes de conquistar Inglaterra por lo que en 1577 envió a Escobedo a Madrid para que a través de Pérez consiguiera medios para invadir Inglaterra. Mientras tanto él iniciaba negociaciones con Guillermo de Orange, príncipe de los Países Bajos y principal enemigo y difusor de la leyenda negra de Felipe II (junto con Antonio Pérez). Pero de nuevo los planes del paladín se truncaron, la delicada situación de Flandes hizo que don Juan rompiera el Edicto en Julio de 1577 remplazando las tropas de Namur por alemanes y hacer volver a los tercios que se hallaban en Milán. Ello permitió una ofensiva militar y aunque consiguió que gran parte de los Países Bajos del Sur volverían a la obediencia del rey la victoria fue insuficiente. La falta de dinero impedía conseguir sus objetivos, para ello manda a Escobedo a Madrid, sin embargo Escobedo no regresaría con la ayuda necesaria, pues en 1578 fue asesinado en un asesinato parece ser que organizado por Pérez con la aprobación del rey.
La situación de Flandes y la muerte de Escobedo hizo que don Juan cayera en una situación de depresión que se agravó con su enfermedad , Tifus. Su estado de salud se agravó a finales de septiembre, estando en su campamento en torno a la sitiada Namur. El día 28 nombró sucesor en el gobierno de los Países Bajos a su sobrino Alejandro Farnesio. Escribió a su hermano pidiéndole que respetase este nombramiento y que le permitiera ser enterrado junto a su padre. Falleció el 1 de octubre de 1580. Le sucedió como gobernador Alejandro de Farnesio. Los restos de don Juan de Austria fueron llevados a España y reposan en El Escorial. Su tumba está cubierta por una estatua yacente de singular belleza que representa al finado ataviado con armadura, y como curiosidad hay que apuntar que por no morir en combate, está representado con los guanteletes quitados.

Como conclusión, he de decir que don Juan únicamente fue un instrumento a manos de un hermano que recelaba del poder que podía llegar alcanzar, no por conspiraciones, si no por sus propias acciones que le permitieron tener la admiración del pueblo y de grandes personalidades de la época que vieron en él un posible rey en diversas circunstancias, quizás sin Felipe II no hubiera encelado a su hermano, hubiera podido ser un gran complemento, pues don Juan tenía todo lo que a Felipe II le faltaba y viceversa.
Fuente: González Cremona, Juan Manuel: Juan de Austria, héroe de leyenda. Editorial Planeta 1994. Personalmente, recomendaría que buscaran otro libro acerca de Juan de Austria, yo he utilizado éste porque no he podido acceder a otros, si alguien conoce otro mejor por favor que me deje un comentario.
6 de agosto de 2009
Bastardos que merecían ser "Rey": Juan de Austria (Surgimiento de un Héroe: Alpujarras).

En mayo de 1570, don Juan de Austria negoció la paz. En el verano y el otoño de 1570 se efectuaron las últimas campañas para doblegar a los rebeldes. En febrero del año 1571, Felipe II firmó el decreto de expulsión de todos los moriscos del reino de Granada. Las cartas de don Juan describen estos exilios forzosos de familias enteras, mujeres y niños, como la mayor "miseria humana" que pueda retratarse.