27 de febrero de 2010

Isabel y Fernando

En ocasiones, cuando se admira tanto a un personaje histórico se tiende a divinizarlo, a verlo casi como un Dios carente de todo rasgo humano. Personalmente me pasa con muchos personajes históricos-Felipe II, Carlos V, Luis XIV- y uno de ellos es Isabel la Católica. Por ello, cuando el otro día entre en la librería y me topé con su biografía no dudé en comprármela. Cuál fue mi sorpresa cuando descubrí que Fernández Álvarez -el autor- fue capaz de humanizarla para mí y dejarme admirarla más si cabe. Y uno de los pasajes que más me han gustado ha sido el de noviazgo y desposorio con Fernando de Aragón. Hecho histórico que el autor califica como un relato de aventura caballeresca propia de la época. Permitanme relatárselo:




" A mediados del siglo XV, Castilla se hallaba revuelta. Gobernada por un rey apodado "el impotente" y con una nobleza dividida en dos bandos: el enriquista encabezado por el marqués de Villena, privado del rey, y la Liga nobiliaria que consideraba a Enrique IV un rey débil y que estaban un poco mosca con la princesa Juana, a la que consideraban fruto de los amoríos de la reina con Beltrán de la Cueva-de ahí que le apodaran la Beltraneja-, por ello reclamaban a Alfonso -hermanastro del rey-como legítimo heredero de la corona de Castilla. Sin embargo, éste moriría en 1468 dejando a Isabel en una situación peliaguda. A pesar de ello, y siendo como era hermanastra del rey y hermana del legítimo heredero de la corona -pues ella también consideraba a Juana ilegítima- Alfonso, reclamó sus derechos a la corona de Castilla. Es en este preciso momento en el que Isabel daría muestras de lo que será en un futuro, pues antes la posibilidad de una guerra, de un enfrentamiento directo con su hermanastro el rey, decide negociar en lo que se conoce como el Tratado de Guisando. En él, el rey reconocía Isabel como heredera de la corona de Castilla -y por tanto reconocía la ilegitimidad de Juana- y ella tendría que casarse con Alfonso V de Castilla. Sin duda, esto era una trampa preparada por el marqués de Villena en la que Isabel "decidió" caer para luego dar la vuelta a la situación. Isabel no estaba dispuesta a casarse con quien decidieran, por lo que empezó a negociar, junto con sus consejeros, su boda con Fernando-ya rey de Sicilia- de quien tenía ya buenas referencias (al parecer ya tenía dos hijos naturales por lo que no se volvería a repetir la vergonzosa situación de su hermanastro "el impotente" Enrique IV).



Con todos los trámites hechos, la boda no fue fácil. Ambos novios estaban bien dispuestos, pero Isabel se encontraba recluida en Ocaña bajo vigilancia de la corte enriquista. Las conmemoraciones por el primer aniversario de la muerte de su hermano le sirvieron de excusa para huir primero a Madrigal y después a Valladolid. Pero el novio aún se hallaba en Aragón y su entrada en Castilla no era fácil. Los enriquistas, que sabían de las intenciones de la Princesa, vigilaban cada entrada al reino. Es en este momento cuando Fernando se convierte en protagonista de novela caballeresca. El propio Alonso de Palencia en su crónica sobre Enrique IV, contaría como Fernando estaba dispuesto a consolar a la "angustiada doncella" y a correr el riesgo que ella corriera -no debemos de olvidar que ella había pactado casarse con Alfonso de Portugal-. Por ello, Fernando para ir al encuentro de su futura esposa se disfraza de mozo de mulas y viaja a Castilla por un paso fronterizo perdido entre las montañas de la sierra de Montalvo, y con comerciantes como compañeros de viaje.


En Octubre de 1469 los novios por fin se conoce, y su vista no les defrauda. Fernando era un joven audaz y aventurero, e Isabel era una princesa rubia de ojos verdes ¿Es posible que se hubieran enamorado? No se descarta, al menos que se gustasen, pues ambos habían luchado para contraer matrimonio y debían de luchar más, ya que el papa Paulo II les negaba a dar la bula necesaria para el mismo, pues ambos eran primos segundos. Sin embargo, ellos no se rendirían, llegarían hasta el final aunque fuera con una bula falsa. Por lo que así se hizo y consiguieron contraer matrimonio en Valladolid el 19 de Octubre de 1469 con los festejos correspondientes.


Isabel manifestaría su amor por su esposo en contadas ocasiones, una de ellas es en el Manifiesto en defensa a las acusaciones hechas por su hermanastro de haber incumplido el pacto y por haber contraído un matrimonio ilegítimo. En ella la futura Reina de Castila se referiría a su esposo de la siguiente manera:"...de todos los reyes y príncipes cristianos, el príncipe, mi señor, era y es el más grato y apacible..."



Fuente:

Ferández Álvarez, Manuel: Isabel la Católica, Ed. Espasa Calpe, Madrid, 2006.

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