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27 de diciembre de 2015

Carlos V, el César y el hombre



Hace ya bastantes días que terminé mi lectura de Carlos V, el césar y el hombre por Manuel Fernández Álvarez, pero por un motivo u otro no he encontrado el momento ni la predisposición para hacer una pequeña reseña de una obra que yo considero de obligada lectura para el conocimiento de la figura de Carlos V.

Carlos V, el césar y el hombre siempre ha sido para mí uno de esos libros "eternamente pendiente" de lectura, y no ha sido hasta precisamente la emisión de Carlos, Rey Emperador (cuya opinión podéis leer pinchando aquí) por parte de Televisión Española cuando me he animado a hacerlo. Cuesta ser parcial ante la obra de uno de los historiadores más admirados por todos los modernistas, pues sí, también los historiadores tenemos a nuestros referentes y Manuel Fernández Álvarez lo es para mí como lo es para muchos otros historiadores de la Edad Moderna española (junto a Geoffrey Parker); no obstante, trataré de hacer un acercamiento a esta obra lo más objetivamente posible. He de añadir, además, que no es el primer trabajo de Fernández Álvarez que leo, ya que en su día hice una lectura de las biografías de Isabel la Católica, Felipe II ,y Juana la loca y pese a que no todas me gustaron de la misma manera, sí que admiré el trabajo del autor.

Esta extensa biografía es, en mi opinión, el mejor acercamiento a la figura de Carlos V. En primer lugar, por el extenso trabajo documental llevado a cabo por Fernández Álvarez durante tantísimos años de carrera. Este hecho no es una sorpresa para mí, ya que en las biografías anteriormente mencionadas también se observa esta labor documental; no obstante en esta biografía dicha labor parece haber sido aún mayor si nos atenemos a lo que el mismo autor indica en la introducción de la misma. En ella, Fernández Álvarez no solo hace referencia a su conexión profesional -y si se quiere también personal- con la figura del César, sino también a todo el esfuerzo realizado para estar al día de los estudios publicados sobre dicha figura, tanto a nivel nacional como internacional. Cita, por ejemplo, algunos estudios considerados "básicos", crónicas y relaciones de la época, biografías publicadas en español y en otros idiomas, estudios monográficos, etc. Fernández Álvarez deja claro, por tanto, que presenta al lector todo el trabajo de su vida y al leer la obra no queda duda de ello. 

En segundo lugar, Carlos V, el césar y el hombre, pese a su extensión, se presenta como una biografía increíblemente amena de leer y ello se debe a la pluma de Fernández Álvarez. Ya he mencionado en más de una ocasión que su forma de escribir es muy personal, cercana al lector, alejada del lenguaje académico profundamente encorsetado que en ocasiones apreciamos en este tipo de trabajos. Obviamente esta forma de escribir no gusta a todo el mundo, pero sí que es una manera de atraer a los lectores más neófitos, es decir, a aquellos lectores que no están acostumbrados a leer libros de historia, pero que se sienten atraídos por este personaje en particular y quieren saber más. De esta manera, la biografía se presenta como una obra que pueden disfrutar tanto los lectores acostumbrados a leer Historia como los que no. Es una biografía que permite disfrutar a un alto número de lectores sobre la vida de uno de los personajes más fascinantes del siglo XVI.

En último lugar, junto a lo ameno de la lectura, la biografía se me presenta altamente pedagógica. Está estructurada para que el lector disfrute, pero también para que conozca aún más la figura del Emperador y, en cierta manera, su contexto. Que conozca al rey, sí, pero también al hombre. Está dividida en seis grandes partes; en la primera trata en cinco capítulos los primeros años de vida del Emperador, su educación en Flandes bajo la supervisión de su tía Margarita, la llegada a España, los problemas para hacerse querer entre los castellanos y los aragoneses, las comunidades de Castilla y su nombramiento como Emperador. La segunda parte trata en cuatro capítulos lo que Fernández Álvarez llama "proyecto imperial" en relación a ideas, hombres y recursos. En la tercera parte trata en seis capítulos la hispanización de Carlos tras su regreso de Flandes, las primeras guerras contra Francia y la boda con Isabel de Portugal. En la cuarta parte trata en nueve capítulos su deseo de convertirse en cruzado mediante guerras contra el Islam, en Viena, en Túnez y la creación de la Santa Liga. En la quinta parte trata los problemas con sus dominios en el norte de Europa y su posterior abdicación. En la última parte, trata de su retirada a Yuste y su muerte. Una biografía con un claro orden cronológico, pero en el que se van repitiendo ideas para que el lector no pierda el norte en una u otra situación, y en el que se van haciendo hincapié también en la ideología política el Emperador.

Y aunque hasta ahora todo han sido alabanzas hacia una obra que considero esencial, si he de hacer alguna mención a las pegas que pongo a esta biografía sería, sin duda alguna, la excesiva admiración que el historiador madrileño exhibe hacia la figura de Carlos V. Nada que reprocharle, al fin y al cabo es imposible no "querer" a un personaje al que ha dedicado gran parte de su vida profesional, pero que sí que puede poner bajo cuestionamiento alguna de sus reflexiones. Es similiar a lo que le ocurre con Fernando el Católico, por el que profesa una evidente antipatía tanto en la biografía de Isabel la Católica como en la de Juana la Loca. Asimismo, en lo que se refiere principalmente a la narración, sí que se me hizo algo pesada la repetición de ideas y algunos hechos, necesarios para un lector poco acostumbrado a leer biografías, pero algo cansinas para los que tenemos algo de experiencia.

A modo de conclusión, insitir en el hecho de que Carlos V, el césar y el hombre me ha parecido una obra esencial para conocer a la figura del Emperador. Documentación excelente, narración amena e indudablemente pedagógica.


3 de diciembre de 2015

Monstruos y monstruosidades. Del imaginario fantástico medieval a los X-Men



Suele ser una satisfacción ver en papel un trabajo al que tanto esfuerzo has dedicado; en mi caso tengo el orgullo de haber participado en esta obra colectiva que hoy os traigo. Se trata de un monográfico titulado Monstruos y monstruosidades. Del imaginario fantástico medieval a los X-Men que publica la editorial Sans Soileil y que gira en torno al estudio del monstruo. A continuación os dejo la sinopsis:

Desde los cinocéfalos que moraban en los confines del mundo conocido hasta los fantasiosos superhéroes radioactivos que habitan más allá de la ficción, los monstruos han acompañado al ser humano desde los orígenes del tiempo y han dado forma a un imaginario que ha ido evolucionando al ritmo que marcaba la mentalidad de cada época. Por ello, los pintorescos blemias, los esciápodos o las temibles criaturas del mar que plagaban los libros de viajes y enciclopedias medievales fueron desplazándose según avanzaban los conocimientos geográficos hasta ceder su lugar a monstruos más cotidianos, como los gigantes, enanos o bicéfalos que animaban las cortes europeas. Posteriormente, y gracias al impulso de la ciencia y la antropología decimonónicas, el criminal, el enfermo y el “salvaje” ocuparon el terreno de lo monstruoso, dando lugar a los zoológicos humanos y freaks shows que proliferaron por todo el mundo “civilizado”. Y es que, los monstruos, sea cual fuere su época y condición, siempre han sido el centro de todas las miradas.

Buscando precisamente esta visualidad como hilo conductor, Marta Piñol Lloret ha seleccionado diez artículos escritos por destacados investigadores en la materia a nivel internacional, que tratan de acercarse a la figura del monstruo a través de la percepción que hemos tenido de él a lo largo de la historia. Las ópticas dispares que confluyen en este estudio ofrecen una completa visión de conjunto que no sólo aclara qué y cómo es aquello que denominamos monstruoso, sino que, por oposición a la diferencia, nos habla también de lo que somos nosotros mismos y, muy especialmente, nos enfrenta a nuestros miedos.

Y aquí tenéis el índice:

Presentación

    Ser para ser vistos. La dimensión visual de los monstruos, Marta Piñol Lloret

Estudios

Las razas monstruosas como fenómeno fronterizo en la tradición literaria y visual medieval occidental: la leyenda de los cinocéfalos, José Julio García Arranz

La representación gráfica de los monstruos y seres fabulosos en el Nuevo Mundo (Siglos XVI-XVIII), Alfredo Bueno Jiménez

Enciclopedias de monstruos y prodigios: una aproximación al libro de viajes de John Mandeville como catálogo de las maravillas del mundo a fines de la Edad Media, Pablo Castro  Hernández

Mare Monstrum. La impenetrabilidad del mar y los arquetipos de los monstruos marinos, Alberto Baldi

La exhibición de “seres deformes” (monstruos) en España durante la Edad Moderna, Mª Alejandra Flores de la Flor

El eje taxonómico de la fatalidad: entre las series de monstruos y los monstruos en serie, Elena del Río Parra

Engendros humanos: la importancia del retrato científico del siglo XIX en la configuración iconográfica del monstruo moderno, Ricardo Guixà Frutos

El efecto monstruoso: el axolote como analogía identitaria del mexicano del siglo XX, Cecilia Eudave

Las monstruosidades del collage: hacia una teratología del arte del siglo XX, Renato Bermúdez
Hijos del átomo: la mutación como génesis del monstruo contemporáneo. El caso de Hulk y los X-Men en Marvel Comics (1961-1964), José Joaquín Rodríguez Moreno


Para mí ha sido un verdadero lujo que mi trabajo se encuentre entre los de otros investigadores cuyos trabajos han sido fundamentales para mi tesis, como Elena del Río Parra o José Julio García Arranz.

Si alguien está interesado en este monográfico puede adquirirlo en la página de la editorial: http://www.sanssoleil.es/tienda/monstruos-y-monstruosidades-del-imaginario-fantastico-medieval-a-los-x-men/

12 de octubre de 2015

Napoleón en Egipto



En estas semanas he estado inmersa en una lectura realmente apasionante. Se trata de la obra Napoleon in Egypt de Paul Strathern, en la que de manera magistral se cuenta la campaña invasora llevada a cabo por Napoleón en Egipto a finales del siglo XVIII, antes de que se convirtiera en emperador de Francia.

Pese a que su autor no es historiador, sino académico y escritor británico al estilo de Pérez Reverte, sí que cuenta con varias obras de tinte histórico: The Medici: Godfathers of the Renaissance, The Artist, the Philosopher and the Warrior: Leonardo, Machiavelli and Borgia - a fateful collusion, The Spirit of Venice: from Marco Polo to Casanova; de hecho, el libro dedicado a los Medicis tiene muy buenas críticas. Y pese a que no es historiador, Napoleon in Egypt se presenta, a mí parecer, como una magnífica obra histórica que se demuestra no solo en la gran cantidad de fuentes y estudios bibliográficos consultados por el autor, sino también en el contraste que hace de las mismas que puede observarse a lo largo de la lectura, ya que en no pocas ocasiones Strathern enfrenta datos. Este hecho pone de manifiesto que Strathern conoce de sobra la labor investigadora y, que además, ha trabajado las obras consultadas. 

Y si la labor documental es excelente, no lo es menos el estilo narrativo. Napoleon in Egypt se lee con gran facilidad debido a un estilo narrativo ágil y claro, en el que se nos presenta el proceso de invasión de manera cronológica: desde el momento en el que surge (mucho antes de que Napoleón naciera) hasta su catastrófico final, e incluso más allá (véase Aftermath). Paul nos narra una historia rica en detalles y muy didáctica, por lo que el lector llega a comprender qué es lo que realmente movió a Napoleón para llevar a cabo una empresa que se presentaba realmente arriesgada (en el sentido de que ponía a Francia como enemiga del Imperio Otomano, aliadas hasta entonces). Presencia el nacimiento de su megalomanía, que le llevará a querer crear todo un imperio oriental hasta la India, su "sueño oriental" que se vio sustituido por su "sueño europeo" (que también terminó en fracaso en Waterloo). Paul, además, narra en extenso el desarrollo de todo el proceso de invasión: la pacificación del Bajo Egipto, la conquista del Alto Egipcio, la creación de nuevas instituciones administrativas y culturales, etc. Me ha gustado especialmente que no sea una narración dedicada exclusivamente a lo militar, sino también a lo social y lo cultural (aunque me hubiera gustado más detalles sobre este último aspecto). Por último, el lector asiste al fin (y si se quiere, al fracaso) del sueño oriental; un fin motivado en cierta manera por Napoleón, que tras la derrota de Acre abandona Egipto con el fin de "salvar" a Francia de sus enemigos europeos. Las consecuencias de este abadono, aparte del poner fin a la invasión de Egipto, supuso, en opinión de Paul, el surgimiento del proyecto europeo que ya Napoleón tenía en mente mucho antes de abandonar su sueño oriental y que le llevaría a la corona imperial. Así pues, como conclusión, la campaña napoleónica en Egipto puede ser (y diría que debe verse) como un campo de ensayo para Napoleón, una paso previo a lo que sería su gran logro: ser emperador de Francia.

Bibliografía:

Strathern, Paul: Napoleon in Egypt, London, Vintage Books, 2007. 

19 de septiembre de 2015

El regreso de Martin Guerre y la microhistoria



He de confesar que uno de los géneros históricos que más disfruto leyendo es el de la microhistoria, quizás porque me gusta leer sobre hechos históricos concretos, historias sobre individuos, etc. a los que les acompaña una buena investigación. La microhistoria es un género que se presenta difícil de definir, tal y como se defiende en una obra titulada What is Microhistory? Theory and Practice (2013), no obstante, la conforman una serie de factores/características que la hacen de alguna manera identificable; entre ellas cabe mencionar: la importancia del tono narrativo, la síntesis, la confluencia entre historia y ficción, la subjetividad histórica, la reducción de la escala de observación, el uso de la metodología antropológica y etnológica, el relativismo, etc. Son precisamente estas características las que han hecho que la microhistoria haya sido, y siga siendo, bastante criticada por aquellos historiadores que consideraban que el estudio concreto de una villa, un individuo o un único hecho histórico no podía usarse para establecer conclusiones a gran escala, como en cierta manera postulaban los defensores de la microhistoria. Para aquellos, el objeto de estudio de la microhistoria se presentaba como algo interesante pero carente de profundidad, por lo que en no pocas ocasiones los estudios microhistóricos han sido considerados "insignificantes" en comparación con otros más "empíricos" y "extensos".

Pese a estas críticas -toda tendencia historiográfica ha sido en algún momento criticada- la microhistoria no ha dejado de avanzar, sobre todo a partir de 1990; y son muchos los grandes historiadores ligados a la misma: Giovanni Levi (La herencia inmaterial), Carlo Ginzburg (El queso y los gusanos), George Duby (El domingo de Bouvines), Emmanuel Le Roy Ladurie (Montaillou, aldea occitana de 1294 a 1324) y, la que centra nuestra atención en esta entrada, Natalie Zemon Davies con su trabajo El regreso de Martin Guerre.

Poco se puede decir de esta historiadora que no sepan ya los amantes de la Historia. Es estadounidense y doctorada por la Universidad de Michigan (1959). Su primera publicación fue Sociedad y cultural en la Francia Moderna: ocho ensayos (1975), en la que ya se aprecia su acercamiento a la antropología, ciencia que encontró su hueco entre los historiadores culturales durante la década de 1970. En el caso de Davis tuvieron una gran influencia los trabajos del antropólogo Van Gennep y del historiador Keith Thomas. Este acercamiento hacia la antropología le permitió ensanchar el campo de estudio hacia todo lo que se refería a los diversos comportamientos y actitudes sociales; así como esbozar una forma de escritura caracterizada por el tono narrativo. Desde entonces Davis ha sido considerada como una de las precursoras en hacer una historia interdisciplinaria, en la que combina esta con disciplinas tales como la antropología, la Historia del Arte, la etnografía y la teoría literaria. Son numerosos los libros y los artículos que compone su extenso currículum académico, pero en esta entrada nos centramos únicamente en El regreso de Martin Guerre.

Ya leí este libro hace bastantes años, pero se me apetecía leerlo nuevamente con "nuevos ojos". En él nos acercamos a uno de los hechos históricos más extraordinarios - a "pequeña escala"-: la impostura de Arnaud du Tilh en un pequeño pueblo de la Francia del siglo XVI (Artigat). Un hecho que en su momento tuvo una gran repercusión y que aún sigue vivo en la memoria del pueblo. Ya en el prólogo de la obra, la autora nos cuenta de dónde partió ese deseo de investigar una historia que se presentaba digna de ser guionizada para la gran pantalla, como de hecho así fue, ya que la película -en la que Davis participó como asesora- se presentó antes que el libro (y ya antes se había publicado una novela por parte de la autora Janet Lewis, The wife of Martin Guerre). No obstante, fueron las limitaciones del formato cinematográfico a la hora de exponer la historia lo que animó a Davis a profundizar en los porqués y los quizás de la impostura: Where was there room in this beautiful and compelling cinematographic recreation of a village for the uncertainties, the "perhapses", the "may-have-beens", to which the historian has recourse when the evidence is inadequate or perplexing? Ante ello, y otros detalles que a la historiadora no le gustó de la película, no tuvo más remedio que meterse de lleno en una historia que se presentaba fascinante.

Son varios los aspectos por los que considero El regreso de Martin Guerre un magnífico libro de historia. En primer lugar está la atención que Davis muestra en todo momento a los pequeños detalles. Esto se observa principalmente en la introducción y en los capítulos finales de la obra. En la primera, la historiadora nos presenta los principales problemas que debió afrontar cuando inició su investigación, entre ellos la gran dificultad que suponía hacer "historia de las mentalidades" de los campesinos franceses de principios de la Edad Moderna, debido a las escasas fuentes documentales. No obstante, señala lo que ella considera que son las fuentes principales: los informes judiciales, en los que de alguna manera se vislumbran detalles de la vida cotidiana -e incluso los sentimientos- de aquellos campesinos que llevaron a cabo alguna que otra demanda judicial. Asimismo, en la introducción detalla cuáles fueron las fuentes utilizadas -especialmente las obras de Jean de Coras y Guillaume Le Sueur, así como los registros de sentencias parlamentarias, entre otras fuentes archivísitcas-, aunque a mí me ha llamado especialmente la atención su puntualización final: What I offer you here is in part my invention, but held tightly in check by the voices of the past; en otras palabras: lo que las fuentes no puedieron proporcionarle, ella, básandose en las "voces del pasado", extrajo sus propias deducciones. Es aquí donde podemos apreciar una de las características de la microhistoria: la confluencia de lo que dicen las fuentes (historia) y las deducciones de los historiadores ("ficción"). En lo concerniente a los capítulos finales, me ha gustado que la historiadora analizara las dos principales obras que usó para construir el caso de Martin Guerre, dando detalles sobre sus autores, comparando la información de ambas, así como su posterior difusión. Estos últimos capítulos, que se complementan con el epílogo final, concluyen acertadamente una magnífica investigación histórica.


En segundo lugar, otro aspecto a destacar, es la gran capacidad que muestra Davis al usar un hecho histórico concreto para dar un visión más amplia de la vida rural de la Francia moderna. Basta con leer al detalle cada uno de los capítulos que componen la obra. Así, por tanto, vemos que en el primer capítulo Davis nos introduce en los movimientos migratorios de campesinos (por qué y cómo se producían), y a través del contexto social, económico y cultural de Artigat nos ayuda a hacernos una idea de cómo debía ser la vida en ese ambiente rural. En los capítulos segundo y tercero nos ofrece detalles de cómo era el matrimonio y el estatus de la mujer. Con respecto al primero nos habla de las alianzas matrimoniales entre familias, las creencias supersticiosas en torno al mismo, la importancia de la consumación, la presión para que se produzca la reproducción, etc.; y con respecto a lo segundo detalla cuál debía ser el papel de la mujer casada, la cierta "independecia" laboral que esta podía tener en ciertos ambientes rurales, la importancia del honor, la posición de la mujer viuda y la extraña situación de la mujer abandonada. Asimismo, en ambos capítulo, se nos habla de la herencia en el mundo del campesinado francés. En los capítulos cuarto y quinto, Davis da detalles de cómo debía difundirse la información y los cotilleos, así de lo común que eran los cambios de identidades, sobre todo en aquellos campesinos que migraban ya que suponía dejar detrás una tierra para adaptarse a otra (los propios Daguerre pasaron a ser únicamente Guerre). También nos da unos pocos detalles de la introducción del protestantismo en el mundo rural y las razones por las que el campesinado se sentía atraído por el mismo. Los capítulos que van del 6 al 9 nos habla de las nefastas consecuencias que podían traer las trifulcas familiares, sobre todo en lo que se refiere a los desacuerdos económicos y demás, y no adentra en el funcionamiento del sistema judicial a través del juicio al que someten a Arnaud du Tilh. En estos últimos capítulos, me ha gustado especialmente el análisis que Davis hace el papel de Bertrande de Rols. 

En definitva, El regreso de Martin Guerre se presenta como una obra representantiva en todos los sentido de la microhistoria. Su lectura, entretenida e instructiva, demuestra la importancia que tuvo el tono narrativo para un grupo de historiadores, en el que se incluye Davis, quienes deseaban que sus obras llegaran a un número de lectores cada vez mayor; pero a su vez demuestra que en cierta manera sí es posible hacer uso de un hecho histórico concreto para explicar elementos históricos más generales. Yo no puedo más que recomendar la lectura de esta obra para todos aquellos interesados en el género. 

Bibliografía:

SG Magnússon, IM Szijártó, What is Microhistory? Theory and Practice, Routledge, 2013. Se puede consular el capítulo final aquí:
 https://www.academia.edu/5205155/What_is_Microhistory_Theory_and_Practice

Natalie Zemon Davies, The return of Martin Guerre, Harvard Univ. Press, 1983. 


2 de mayo de 2015

El rinoceronte y el megaterio (II)



Hablábamos en una entrada anterior sobre el interesantísimo "ensayo de morfología histórica" de Juan Pimentel. En esa primera entrada, además, hacíamos un breve resumen sobre la primera parte del libro dedicado a la histora de Ganda. el rinocernote que viajó de África a Portugal y de Portugal a Italia. Esta segunda entrada lo dedicaremos a la segunda parte del libro, donde se cuenta la maravillosa historia del megaterio.


II. Un extraño cadáver

I. Quimera.  Relata el viaje, embalado y repartido en siete cajas, de América a La Coruña y de ahí a Madrid de los huesos del extraño cadáver. Fueron encontrados en la barranca del río Luján, una de las numerosas arterias fluviales del río de La Plata, a 13 leguas de Buenos Aires. Eran los restos fosilizados de un ser misterioso cuya identidad tardó en ser revelada, "una bestia que pronto capitalizaría intensas polémicas donde se cruzarán, como veremos, la ciencia y la religión, la política y la simbólica, el patriotismo y la emergencia del tiempo y la vida" Fueron encontrados en los primeros meses de 1787 cuando Francisco Aparicio, alcalde de la Villa de Luján, tuvo noticia de que allí cerca estaban aflorando unos huesos de grandes proporciones. Un erudito amateur, un fraile dominico llamado Manuel de Torres, terminó de desenterrar el esqueleto el 29 de abril de 1787. Tras comunicárselo al alcalde, exigió la presencia de un dibujante para que lo plasmara en papel antes de moverlo, con el fin de que se facilitara las posteriores tareas de reconstrucción. Los huesos fueron embalados y llevados a Buenos Aires, donde fueron nuevamente dibujados por un oficial cartógrafo de origen portugués llamado José Custodio Sáa y Faria. Sus dos dibujos acompañaron al esqueleto en su viaje a España; uno de ellos representa las "Partes del esqueleto con sus dimensiones" mientras que el otro es el resultado de la primera reconstrucción del esqueleto. Este último inspiró y guió su montaje real en el Real Gabinete en Madrid meses después. Esta reconstrucción tiene más mérito del que en un principio pudiera parecer. Hay que tener en cuenta que se trataban de unos huesos que pertenecían a un animal totalmente desconocido, por lo que montarlo fue el primer reto al que hubo que enfrentarse. 

Se trataba de un animal enigmático, de un tamaño extraordinario, con una cabeza que resultaba portentosa tanto por su dimensión como por su morfología, con dos poderosas mandíbulas en las que encajaban unos dientes anchos con forma de molares. A ello había que añadir que las extremidades estaban rematadas por unos pies cuyos dedos finalizaban en una suerte de garras ¿Un herbívoro con garras de carnívoro? ¿Un felino del tamaño de un paquidermo? "Su primera apariencia fue la de una quimera". 

Dientes y garras encerraban una gran paradoja. Llegó a acariciarse una posibilidad muy remota: que fueran los restos de un gigante. Un error, por otro lado, muy habitual ya que desde la Antigüedad los restos óseos de grandes vertebrados extintos habían sido interpretados con frecuencia como los de unos supuestos antepasados humanos gigantes. América en su conjunto había sido una tierra fértil para este tipo de hipótesis y leyendas. Asimismo, en el siglo XVIII, la gigantología patagónica estaba conociendo uno de sus momentos culminantes debido al apogeo de las tesis sobre la existencia de gigantes peadmitas, una raza de hombres anteriores al diluvio. Sin embargo, nada más extraer el esqueleto de la barranca del río Luján quedó claro que no podía ser de un hombre. Aquellos huesos no eran de un gigante, ni pertenecían a individuos de especies diferentes. Pese a esta conclusión, el misterioso animal tenía una naturaleza (gran tamaño y extraña morfología) que lindaba con la de un ser prodigioso o un portento. No hubo quien lo calificó como un monstruo y, efectivamente, era un monstruo en tanto que se trataba de un ser anómalo, una desviación, una irregularidad de la naturaleza y, por lo tanto, un hecho singular y excepcional, capaz de suscitar asombro y revestir gran interés científico al mismo tiempo.

Los restos del animal llegaron a Madrid en septiembre de 1788 y fue entonces cuando se inició el proceso de identificación que llevó, en cierta manera, a su desmitificación. No obstante, fue precisamente en el Real Gabinete de Historia Natural donde fue clasificado como "el monstruoso esqueleto" o "el gran monstruo del río Luján". En el Gabinete fue montado y dibujado por el ya mencionado Bru de Ramón, dibujos que fueron grabados e incluidos en Descripción del esqueleto de un cuadrúpedo muy corpulento y raro, que se conserva en el Real gabinete de Historia Natural de Madrid  (1796) de José Garriga. No obstante, el montaje realizado por el disecador y taxidermista fue totalmente erróneo e incluso forzado (se serraron huesos, se rellenó con corcho lo que no encajaba, etc.), creándose un animal cuadrúpedo similar al de una mula. Fue, además, retratado por aquel con argumentos retóricos procedentes de la cultura de la admiración  y el prodigio, como bien puntualiza Pimentel, es notable el peso de la literatura teratológica.

Megaterio. Juan Bautista Bru y Manuel Navarro, Lámina I, publicada en Garrida, J.: Descripción del esqueleto de un cuadrúpedo muy corpulento y raro, que se conserva en el Real gabinete de Historia Natural de Madrid  (1796).

II. Huesos. En este segundo capítulo Pimentel narra el proceso de identificación del misterioso animal. Los huesos fosilizados de este monstruo fueron difícil de clasificar. En la tarea de identificación fueron imprescindibles los dibujos y los grabados que se introdujeron y circularon entre la comunidad científica europea. Los intentos de identificación de esos huesos se produjo cuando la osteología zoológica y la paleontología de vertebrados estaban en el ojo del huracán. El identificador fue Georges Cuvier quien, gracias a las copias de los grabados de Bru que Roume envió al Instituto de Francia en Paris a principios de 1796, pudo resolver el misterio de su identidad en un informe que fue publicado en el Magasin Encyclopédique en 1796. En el proceso de identificación Couvier no se dejó arrastrar ni por el lugar donde había sido exhumado, ni se dejó impresionar o confundir por el tamaño, simplemente concentró toda su atención en las formas y resolvió la paradoja de su dentición y sus garras discordantes empleando sus conocimientos sobre otros vertebrados y aplicándolos al caso, es decir, mediante la analogía y la extrapolación. Su conclusión fue la de que los huesos pertenecían a un animal desaparecido y lo ubicó entre los perezosos (por la forma de sus cráneo) y los armadillos (por su dentadura) y, finalmente, se atrevió a bautizarlo: primero como Megatherium Americanum y, después, como Megatherium fossile. En todo este proceso de identificación hay que añadir, además, que Cuvier no fue el único que lo realizó: personajes como Thomas Jefferson, que a finales del siglo XVIII vivía en París, también mostró interés por el Megaterio, aunque por razones totalmente diferentes: la exaltación de la naturaleza americana. 


III. Fósil. En este tercer capítulo Pimentel ensalza la figura de Cuvier y la importancia de su trabajo en el estudio de la fauna extinta. La importancia que fue adquiriendo los trabajos sobre animales desaparecidos y presentes, las reflexiones sobre el pasado y el presente de la tierra. En el siglo XVIII empieza a haber un interés cada vez más creciente por la historia de la tierra y de los seres vivos, se presta atención a los fósiles y a su naturaleza, al origen de los mismos y a lo que la tierra escondía en su interior. El Megaterio fue visto como un conjunto de huesos fosilizados y fue el punto de salida hacia lo que hoy conocemos como paleontología. En este capítulo Pimentel hace un análisis a la evolución de esta ciencia en la Ilustración y, muy especialmente, sobre la historia del Megaterio tras Cuvier que concluye con Richard Owen, ya en el siglo XIX, quien dio forma definitiva al Megaterio como un ser alejado del monstruo cuadrúpedo inicial, sino cercano al bipedismo ocasional cuyo fin era poder llegar a las ramas de los árboles de cuyas plantas se alimentaba y es así, sobre sus dos patas traseras, como aparece representado en los grandes museos de Historia Natural de Londres y París. En España se ha decidido por seguir mostrándolo cuadrúpedo.

Megaterio en la actualidad. Museo de Ciencias Naturales de Madrid. 

Fuente:

Pimentel, Juan: El rinoceronte y el megaterio, un ensayo de morfología histórica, Madrid, Adaba editores, 2010.

18 de abril de 2015

El rinoceronte y el megaterio (I).



Pimentel nos trae en este trabajo, que él clasifica de ensayo, un juego de analogía, una especie de enfrentamiento comparativo de dos historias que a simple vista no tienen relación alguna: la llegada del rinoceronte Ganda a Portugal en el siglo XVI y el descubrimiento del Megaterio en el XVIII. Un ensayo de "morfología histórica" que destaca por lo arriesgado de su planteamiento,  que se explica en las hipótesis y los objetivos planteados por el autor en la introducción del mismo, y por su brillantez tanto como trabajo de investigación como por el uso de una narración fluida y sencilla que hace de su lectura todo un placer. Es un libro que sirve para el aprendizaje –si no nos quedamos en lo aparente– a la vez que disfrutamos de su lectura. 

I. Paquidermo armado.

I. Itinerario. Pimentel narra de manera ¿casi novelada? el tortuoso viaje del rinoceronte, Ganda, desde la remota Goa a Portugal. Un viaje por dos océanos, tres meses, 120 días, en un barco donde el animal carecía de visión a la vez que agudizaba su audición lo cual, lejos de ser tranquilizador, advertía que se estaba adentrando no solo en un mundo desconocido sino también aterrorizador. El rinoceronte viaja en calidad de mercancía, es una víctima más del tráfico de objeto exóticos entre Oriente y Occidente. En palabras de Pimentel: "Su estatus transita entre lo humano y lo no humano. Es un ser vivo pero también un objeto [...] y como todos los productos de la voluntad de almacenaje de Occidente, está experimentando lo que significa el tráfico.." Su arribada a Europa se explica desde la economía del don. Ganda es un obsequio. El sultán de Cambay se lo había regalado al gobernador de Portugal Alfonso de Albuquerque para apaciguar la ira de este ante la imposibilidad de hacerse con todo el terreno que él quería. En este contexto, además, hay que tener en cuenta en el proceso de sustitución que se produce tras el descubrimiento de la ruta africana para llegar a la India, a saber, la que hizo que Venecia quedara en segundo plano frente a Portugal, que ahora se convertía en la cabeza del negocio con Oriente. Albuquerque regaló Ganda al rey Manuel I quien, a su vez, decidió regalárselo al papa León X, en un proceso que Pimentel define como "Dar, recibir, entregar". De nuevo no fue una entrega desinteresada, Manuel I pretendía con su regalo que el papa le apoyara en el nuevo reparto del mundo que se estaba llevando a cabo en Zaragoza. De nuevo Ganda se puso en camino, esta vez para ir a Italia. Un nuevo periplo que lo llevó a Marsella donde fue visitado por el monarca francés Francisco I y que le llevó a su trágico final, pues el barco de Ganda naufragó frente a las costas italianas. No hubo supervivientes. 

II. Palabras. Pimentel inicia este segundo capítuli haciendo referencia al conocimiento que tenían los europeos sobre un animal como el rinoceronte. En este sentido dice: "Lo que se conocía y se esperaba de un rinoceronte era tan poco que no ofrecía dudas. Las escasas noticias que se tenían pesaban sobre su reputación y su fisiología como algo inevitable". Del rinoceronte se conocía lo que habían dicho los clásicos, y el hecho de que a su llegada lo enfrentaran con un elefante demuestra hasta qué punto la historia natural del Renacimiento dependía de lo que habían dicho autores como Plinio o Estrabon, una historia natural donde primaba lo que estaba escrito. El enfrentamiento, además, "es una forma de entender qué es un ser vivo [en la Edad Moderna], cómo se le conoce, qué se espera de él, cuál es su cometido". La lucha no era más que un experimento para saber si era verdad la enemistad natural de estos animales que tanto proclamaban los antiguos. La figura del rinoceronte, por tanto, estaba vinculada a la historia de las prefiguraciones de Oriente. Una última puntualización en este capítulo es la vinculación casi inevitable que durante mucho tiempo  se produjo entre el unicornio y el rinoceronte. 



III. Grabado. Pimentel narra en este capítulo la curiosa historia del grabado del rinoceronte de Alberto Durero, haciendo especial hincapié en un tema que lleva interesando al autor un tiempo: las relaciones entre ciencia y arte. Durero fue uno de los artistas más destacados en materia de ilustraciones zoológicas y botánicas. Fue un ejemplo de artista ad vivum, es decir, que dibujaba la naturaleza tal y como la veía, la experimentaba, siguiendo la corriente epistemológica del periodo que abogaba por la observación directa del fenómeno retratado. Sin embargo, resulta curioso el hecho de que Durero nunca viera al rinoceronte, al menos no a Ganda, protagonista de su dibujo. Tuvo acceso a una carta de Valentin Fernandes y a un dibujo que a lo acompañaba. En palabras de Pimentel: "El rinoceronte de Durero es el resultado de un testimonio transferido, delegado". Un grabado que nos habla, además, de las relaciones –principalmente comerciales– entre Lisboa y Nuremberg. Durero copió o se inspiró en una imagen que desapareció para dibujar este animal extraordinario. Probablemente también copió el texto que acompañaba al grabado. En la imagen se puede apreciar a un animal prehistórico que transita entre lo orgánico y lo inorgánico, una imagen donde se funde la evidencia del paquidermo asiático y las adherencias anatómicas del unicornio y los reptiles. La imagen del rinoceronte de Durero fue infinitamente reproducida y eso provocó que el dibujo imperara sobre la realidad, incluso cuando muchos viajaron a la India: "El grabado es una tecnología hecha para gobernar el mundo y domesticar la mirada". La producción del grabado también implicó una ¿degeneración? pues Ganda pasó de ser un ser vivo a un producto que se acerca a las masas y que es producido para la masas gracias al arte y la tecnología: "la copia sustituye al orginal". El rinoceronte de Durero, idealizado y metalizado, acabó por convertirse en el modelo a reconocer e imitar, un hecho multiplicado por la rareza del animal y las pocas posibilidades de contrastarlo con el original o con otras imágenes. Copias del grabado de Durero aparecieron en las grandes obras de historia natural del periodo como la de Münster, Gessner, Thevet, etc. Su imagen fue clave para la historia natural renacentista. 

Fuente:

Pimentel, Juan: El rinoceronte y el megaterio, un ensayo de morfología histórica, Madrid, Adaba editores, 2010.

9 de enero de 2015

Qué es la Historia Cultural. Peter Burke.


Antes de iniciar con mi entrada, quería pedir disculpas por todos los meses que he estado sin actualizar el blog. Podría poner mil excusas, pero la razón principal es que estoy en plena elaboración de la tesis doctoral y apenas he tenido tiempo o ganas para dedicarle a este espacio. Procuraré, desde ahora, intentar actualizarlo al menos una vez al mes (mínimo).

Me imagino que muchos de los que os acercáis a este blog, como amantes de la Historia, ya conoceréis Peter Burke. Eminente profesor de la Universidad de Cambrige, especialista en la Edad Moderna con la publicación de varias obras tales La fabricación de Luis XIV (1992) o El Renacimiento europeo. Centros y periferias (1998). No obstante, a Burke se le conoce principalmente por sus investigaciones sobre la llamada Historia Cultural, a la que ha dedicado varios libros: Formas de historia cultural (1997), Una historia cultural del humor (1999), etc. Hoy, sin embargo, quiero destacar una de sus obras que me han resultado esencial para conocer lo que es la Historia cultural: ¿Qué es la historia cultural? (2004). Un trabajo de  algo más de 150 páginas en la que Burke explica, de manera realmente sencilla y clara, qué es la historia cultural, cuál es su "origen" (Si es que podemos hablar de origen), su evolución a lo largo del siglo XX y su posible futuro. En definitiva, Burke ofrece en este trabajo una guía básica e imprescindible para entender qué es esta disciplina de la Historia que ha captado la atención de multitud de historiadores.

Tal y como explica en la introducción de su obra, la Historia Cultural se redescubre en la década de 1970 y desde entonces vive lo que el califica como un "renacimiento". No obstante, este auge está acompañado de serias dificultades que aún hoy no se han solventado, dificultades vinculadas con la definición de "cultura" y con la metodología de dicha disciplina. En cualquier caso, queda claro para Burke que el común denominador de los historiadores culturales podría describirse como la preocupación por los simbólico y su interpretación.

Establecer un "origen" de la Historia Cultural sería demasiado ambicioso. Burke ya señala en su trabajo Formas de historia cultural que historias sobre la literatura, el arte, la filosofía, etc. se venían haciendo desde épocas antiguas. No obstante, el nacimiento de la Historia Cultural tal y como la conocemos hoy día habría que situarla en la Alemania del siglo XVIII, tras lo cual el término "cultural" empieza a usarse en Gran Bretaña y Alemania a lo largo del XIX. Una primera fase es lo que Burke ha calificado cómo "clásica", pues los historiadores culturales de esta época se centraban en la historia de los clásicos o canon. Quizás los dos historiadores más representativos de este periodo sean Jacob Buckhardt y Johan Huizinga. Tras ellos surgió una serie de historiadores que trabajan al margen de los departamentos de historia, tales como Weber, Norbert Elias o Aby Warbug. 

Esta primera fase de la historia cultural, aunque tuvo un éxito considerable, tuvo que enfrentarse a una serie de críticas que dejaban a la luz los problemas de una disciplina naciente. Problemas en las fuentes, pues en ocasiones no se cuestionaba la fiabilidad de las mismas; los métodos, pues no se tenía claro cuál se utilizaba; y los presupuesto. Algunas de las crítinas provenían de la banda de historiadores marxistas, quienes reprochaban a los historiadores culturales el de carecer de contacto con cualquier base económica o social; así como el de considerar homogénea la cultural sin considerar los conflictos culturales. 

Hacia 1960 y 1970 se produce un giro antropológico, por lo que el término "cultura" empezó a emplearse en un sentido más amplio. A partir de la década de 1980 surge lo que se ha llamado la "Nueva Historia Cultural", un movimiento internacional que atrajo a historiadores de otras disciplinas como Roger Chartier. El principal antropólogo que inspiró a los historiadores culturales de la última generación fue Clifford Geertz que describía la cultura como "un patrón históricamente transmitido de significados encarnados en símbolos, un sistema de concepciones heredadas expresadas en formas simbólicas mediante las cuales los hombres se comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento de la vida y sus actitudes hacia ellas". El interés por lo antropológico se hizo evidente rápidamente, y muchos historiadores que en un principio se definían como marxistas, en la década de 1960 se volvieron hacia la misma en busca de un modo alternativo de vincular cultura y sociedad. 

En 1980 la Nueva Historia Cultural se convierte en la forma dominante de historia cultural. El adjetivo "cultural" la distingue de la historia intelectual sugiriendo el acento en las mentalidades, las presuposiciones o los sentimientos más que en las ideas o los sistemas de pensamiento. La palabra "cultura" sirve, además, para distingur a la NHC de la historia social. Este nuevo estilo debe verse como respuesta a la expansión del ámbito de la "cultura" y del surgimiento de lo que se ha dado en llamar "teoría cultural". Son cuatro los teóricos que destacan en este momento: Mijail Bajtin, Norbert Elias, Michel Foucault y Pierre Bourdieu. Estos han alentado a los historiadores a interesarse tanto por las representaciones como por las prácticas. Hay que puntualizar que la NHC no se caracteriza por las innovaciones metodológicas, pero sí que con la ayuda de los nuevos conceptos se ha descubierto y explorado una multitud de temas novedosos. La NHC, además, no ha estado exenta de controversias, sobre todo en lo que se refiere a la "representación" que parece implicar que las imágenes y los textos se limitan a reflejar o imitar la realidad social. Sin embargo, esa implicación ha sido vista como algo "incómodo". Frente a ello se ha empezado a hablar de la "construcción" de la realidad por medio de las representaciones dando lugar al giro "constructivista". 

Finalmente, Burke se pregunta si no ha llegado la hora de una fase todavía más nueva o si esa fase ha comenzado ya. Plantea una serie de escenarios alternativos para la Historia Cultural. El primero sería lo que el llama el "retorno de Burkhardt", es decir, la reactivación del énfasis de la historia de la alta cultura; el segundo sería la de abarcar ámbitos previamente ignorados como la política, la violencia y las emociones; el tercero hace referencia a la idea de que se ha cedido demasiado terreno a la cultural y sugiere el nacimiento de un género híbrido entre historia cultural e historia social.

Burke, Peter: ¿Qué es la historia cultural? Barcelona, ed. Paidos, 2005. 



7 de agosto de 2014

Una metrópolis esclavista. El Cádiz de la modernidad.


Llevaba ya tiempo queriendo leer una de las investigaciones más recientes de Arturo Morgado García, pero por un motivo u otro no he podido hacerlo hasta ahora. El tema es cuanto menos interesante, la esclavitud en Cádiz durante la Edad Moderna, un tema que suele dejarse de lado a favor de otros más populares como el Cádiz como puerto de Indias, Cádiz y la Constitución del 12, Cádiz en la época romana, etc. sin embargo, la esclavitud también formó parte de la historia de la urbe gaditana y Arturo Morgado ha sabido ilustrarlo a la perfección. 

Cuantitativamente "Una metrópolis esclavista" es un ejemplo de investigación. No sólo es de destacar la cantidad de archivos consultados en los que se incluyen protocolos notariales, expedientes matrimoniales, testamentos, partidas de bautismos, etc. sino también la cantidad de fuentes impresas así como la bibliografía actual que le sirven para crear toda una perspectiva de la esclavitud tanto a nivel europeo como a nivel nacional, ayudando a desarrollar una panorámica general así como un punto de comparación. 

Cualitativamente la obra abarca cada uno de los puntos necesarios para conocer el comercio esclavista en el Cádiz de la modernidad. En los dos primeros capítulos, que pueden servir más o menos de introducción, Arturo aborda, en primer lugar, la visión de la esclavitud incluyendo el marco legal en la que esta se desenvolvía, la actitud que sobre ella tenía la Iglesia, así como los primeros discursos abolicionistas; y en segundo lugar, la visión que de otros mundos se tenía en la Edad Moderna, lugares de donde procedían la mayor parte de los esclavos como la berbería, el Imperio Turco o la África subsahariana. El tercer capítulo es una introducción cronológica de la esclavitud en Cádiz, ofreciendo datos de los inicios, el apogeo y la decadencia, en la que se puede extraer como conclusión de que el tipo de esclavitud va evolucionando a medida que se van desarrollando los acontecimientos históricos. Así, si en un principio parece denominar una esclavitud turca debido a todo el comercio mediterráneo, a medida que se vaya desarrollando el comercio atlántico y se empiece a tratar con reinos como el portugués, la esclavitud va a ser más subsahariana. El cuarto capítulo está centrado en la estructura del mercado, en la que se explica cómo se adquirían los esclavos, cuál es la tipología haciéndose de nuevo hincapié en el cambio del tipo de esclavitud anteriormente mencionada, el precio de los esclavos que iba variando según varios factores: sexo, edad, etc; quienes eran los compradores y los vendedores y, por último, las formas de introducción. 

Los capítulos quinto y sextos han sido, desde mi punto de vista, los más interesantes. El quinto trata sobre la reinvención de la vida de los esclavos, en el sentido de que estos debían reconstruir sus identidades al llegar a su nuevo "hogar". Ya que una vez cautivos, dejaban atrás todo: cultura, creencias, relaciones, etc. Así se aborda cuestiones como la relación con los propietarios, una relación de dependencia total y que podía ser buena o mala según la suerte que tuvieran. La cuestión de la solidaridad y los conflictos, por ejemplo, el matrimonio entre esclavos que solía ser fuertemente endogámico, y los conflictos interraciales. El tema del trabajo, la religión pues los esclavos no siempre se convirtieron al cristianismo y muchos conservaron su religión natal, sobre todo los musulmanes. Y, por último, el tema de las enfermedades y la muerte y cómo los esclavos solían ser enterrados de una manera más o menos decente por sus propietarios. El capítulo sexto se centra fundamentalmente en la libertad, en los mecanismos para adquirirla que podían ser muy variados: porque el dueño así lo expresara en el testamento, por carta de ahorría (Compra de la libertad), etc. Si bien en un principio esta era muy restrictiva, luego se fue haciendo cada vez más factible. La libertad, además, podía ser incondicional o con cláusulas restrictivas, por ejemplo, la de continuar sirviendo por un periodo de tiempo. También trata aspectos como el precio de la libertad, que se fue reduciendo con el paso del tiempo, y más interesante aún, la dificultad que tenían muchos de los libertos para integrarse en la sociedad, hasta el punto de que muchos de ellos terminaban en la pobreza más absoluta.

En definitiva, la obra de Arturo supone dar luz a un tema que no se ha tratado todo lo que se debería, a pesar de ser uno de los aspectos más característicos del Cádiz de la modernidad. El propio autor dice en la conclusión, que son pocas las referencias que en la actualidad nos ha llegado sobre este otro lado de la historia, con independencia del nombre de un callejón en el casco antiguo de la ciudad y unos pocos sainetes. Una historia que no por ser menos "atractiva" o "bonita" debe ser olvidada, pues al fin y al cabo no deja de ser fascinante conocer todos los aspectos de una urbe tan histórica como lo es Cádiz. 

30 de julio de 2014

Sobre la I Guerra Mundial


Como muchos ya sabéis el pasado 28 de Julio se cumplieron 100 años desde el inicio de la I Guerra Mundial, conocida como Gran Guerra. Yo aquí no me voy a detener en explicar las causas de la misma, ni cómo estalló, pero sí que voy a hacer una serie de recomendaciones personales para el que quiera profundizar en este tema y en diversos formatos.

1. Libros:
Libros sobre la primera mitad hay a patadas, de todo tipo y colores. Yo recomiendo dos que son los que conozco. El primero de ellos es Los cañones de agosto de Bárbara Tuchman que es una monstruosa obra histórica sobre el inicio del conflicto. Es una obra que puede ser bastante densa y que a mi me gustó especialmente la primera parte, cuando trata las causas de la guerra y el estallido. La segunda parte, más dedicada a los frentes y las batallas, me está resultando más pesada. Y la segunda obra es La belleza y el dolor de la batalla de Peter Englund, que constituye el relato de 20 testimonios de personas que lucharon en la guerra. Yo aún no lo he leído pero estoy deseando hacerlo.  Y como añadido, hay otro libro que salido recientemente que se llama When the lamps went out.... de Nigel Fountain que recoge una serie de reportajes publicados por The Guardian durante la guerra. No lo he leído pero igualmente me parece interesante.

A modo novela, desafortunadamente, solo puedo recomendar una porque es la única que he leído y que se llama Birdsong de Sebastian Faulks. Si alguien está interesado yo hice una crítica de la misma en el blog "Acabo de Leer" cuyo enlace tenéis en la columna de la izquierda.

2. Películas y series. 
El blog de cine publicó hace unos dos días una lista de películas que recomendaban para aquellos que desearan hacer un maratón temático sobre la I Guerra Mundial y aquí os dejo el enlace para que lo veáis: http://www.blogdecine.com/reflexiones-de-cine/la-i-guerra-mundial-en-el-cine

La BBC realizó una magnífica serie sobre el conflicto diplomático que llevó al estallido de la guerra titulada "37 Days" y de la que yo hablé hace ya un par de meses, pero que aquí dejo el enlace para que lo veáis. http://elcuadernodelahistoriadora.blogspot.co.uk/2014/03/37-days-una-serie-sobre-el-inicio-de-la.html

Igualmente de la BBC es la adaptación de la ya mencionada novela de Sebastian Faulks, Birdsong, que a mi me gustó más que el libro.

3. Documentales.
Hay porrones de documentales, qué duda cabe, pero aquí recomiendo uno que emitió la BBC2 allá por febrero, y del que también hablé aquí, titulado "Cousins at war". Aquí os dejo el enlace: http://elcuadernodelahistoriadora.blogspot.co.uk/2014/02/documental-royal-cousins-at-war.html

4. En prensa.
El País dedicó en su edición digital toda una sección a la I Guerra Mundial, y lo que más me gustó fue el documental interactivo donde participan 10 historiadores expertos sobre este tema. Merece la pena verlo. http://elpais.com/tag/primera_guerra_mundial/a/

En fin, estas son mi recomendaciones pero si alguien quiere compartir las suyas, bienvenidas sean

26 de mayo de 2014

El polífago Tararre

Nicholas Wood, polífago inglés, comiéndose un pato vivo

La polifagia, o el deseo excesivo de comer, es algo que llamó mucho la atención en el periodo moderno (aunque me atrevería a decir que sigue llamando la atención, sino no se explica el éxito de programas como "Man vs Food"). La gente sentía verdadera fascinación por aquellas personas que podían comer prácticamente de todo sin sentirse saciados. Por una extraña razón, los polífagos más famosos del periodo moderno fueron franceses: Charles Domery, Antoine Langulet o Tararre (aunque la imagen que ilustra esta entrada es la de un polífago inglés: Nicholas Wood, ya que no he encontrado ninguna ilustración de los otros tres). Todos ellos compartían ciertas características además de su nacionalidad: ninguno de ellos fueron considerados "locos" por sus contemporáneos -a pesar de sus incontrolables apetitos-, todos ellos tenían una peculiar preferencia por la carne cruda, su glotonería les llevaba a devorar con entusiasmo comidas realmente repugnantes, todos ellos sudaban abundantemente, favoreciendo un olor nauseante y ninguno de ellos pareció engordar de manera excesiva a pesar de lo mucho que comían. Se desconoce si estos tres franceses padecían algún tipo de enfermedad psicológica, pues no se han hecho estudios sobre ello, aunque no cabe duda de que estas características muestran que algo tenían en común. De los tres, la historia que más me ha fascinado es la de Tararre y por ello os la traigo al blog.

Tararre fue el glotón más conocido de su tiempo. Se desconoce si Tararre era su nombre real o un seudónimo, pues se sabe que la expresión "¡Bom-bom tarare!" se usaba para describir explosiones o fanfarrias, y se ha especulado que quizás este seudónimo hiciera referencia a sus estruendosas flatulencias. Sí se sabe que nació en Francia, en una villa campestre a las afueras de Lyon. Desde niño mostró un enorme apetito, hasta el punto de que sus padres lo echaron de casa durante su adolescencia ante la imposibilidad de alimentar tal "monstruo". Durante años estuvo vagando por Francia junto con ladrones, prostitutas y vagabundos y fue empleado como payaso. En su espectáculo, Tararre tragaba piedras, corchos, animales vivos, lo que atrajo la atención del público. En 1788 se trasladó a París donde ahorró algo de dinero con representaciones en la calle, engullendo todo tipo de cosas. Una vez, tras sufrir una obstrucción intestinal, fue trasladado al hospital donde le fue administrado un potente purgativo que tuvo el efecto deseado. Lejos de cogerle miedo a eso de engullir todo lo que se le ponía por delante, hizo una pequeña demostración al doctor que le atendió engulliéndole su reloj con el fin de demostrar su "talento".

Durante la Revolución Francesa, Tararre decidió alistarse como soldado, pero la dieta que le proporcionaba el ejército era del todo insuficiente para él, por lo que fue llevado al hospital en un estado total de agotamiento. Allí se le empezó a dar una ración cuatro veces mayor que la ración normal del ejército, y esto atrajo a los doctores del hospital militar. Le practicaron una serie de experimentos psicológicos de mano de M. Courville, cirujando del regimiento de Hussars, y el profesor Percy, cirujano en jefe del hospital. Durante meses se le hicieron todo tipo de tests en los que Tararre comió prácticamente de todo. En uno de ellos se le hizo comer una caja con unos papeles dentro, al cabo de unas pocas horas Tararre "expulsó" la caja de madera con los papeles prácticamente intactos, por lo que el Dr. Courville pensó que bien podía ser útil como espía en la guerra contra el enemigo. El objetivo de este, por tanto, era robar documentos secretos del enemigo, meterlos en una caja de madera y después engullirla para pasarlos de un lado a otro sin que nadie le pudiera pillar. 

La idea de Dr. Courville fue muy bien recibida y Tararre fue empleado como espía por el ejército francés. Su primera tarea fue el de enviar una carta secreta al coronel francés cautivo de mano de los prusianos en la frontera cerca de Neustadt (Alemania). No obstante, no todo confiaban en la habilidad mental de Tararre, y el General Beauharnais no quiso confiarle documentos de importancia aunque le hizo creer que lo que llevaba eran papeles de gran importancia. Lo cierto es que la carrera como espía del glotón francés fue breve y desastrosa, ya que fue interceptado por los prusianos. Después de varias horas de tortura, lo confesó todo y fue obligado a tomar un laxativo que le hizo expulsar la caja de madera. Fue una gran decepción para estos ver que lo único que contenía la caja eran papeles sin importancia. Tras esto, Tararre regresó al hospital y le pidió al profesor Percy que lo curara de su glotonería. 

Al cabo del tiempo, a pesar de los esfuerzos del profesor, la glotonería de Tararre no pudo curarse y, tras la desaparición de un niño de catorce meses, este fue considerado sospechoso del hecho y ni siquiera los doctores pudieron ayudarle. Cuatro años después de esto, el profesor Percy fue informado por un amigo suyo que Tararre había sido ingresado en el hospital de Versailles en unas condiciones realmente lamentables. Al parecer, el glotón quería que el profesor lo examinara, ya que estaba convencido de tener un tenedor de oro en el estómago que había engullido hacía tiempo y que no había podido expulsar. Lo cierto es que Tararre sufría de tuberculosis y precisamente de eso se murió. La autopsia demostró que sus intestinos estaban podridos y llenos de pus y que el estómago era verdaderamente enorme. Tararre murió solo y siendo un objeto de curiosidad.

Fuente:
  
Bondeson, Jan: The two-headed boy and other medical marvels, Cornell University Press, 2000.