Nicholas Wood, polífago inglés, comiéndose un pato vivo |
La polifagia, o el deseo excesivo de comer, es algo que llamó mucho la atención en el periodo moderno (aunque me atrevería a decir que sigue llamando la atención, sino no se explica el éxito de programas como "Man vs Food"). La gente sentía verdadera fascinación por aquellas personas que podían comer prácticamente de todo sin sentirse saciados. Por una extraña razón, los polífagos más famosos del periodo moderno fueron franceses: Charles Domery, Antoine Langulet o Tararre (aunque la imagen que ilustra esta entrada es la de un polífago inglés: Nicholas Wood, ya que no he encontrado ninguna ilustración de los otros tres). Todos ellos compartían ciertas características además de su nacionalidad: ninguno de ellos fueron considerados "locos" por sus contemporáneos -a pesar de sus incontrolables apetitos-, todos ellos tenían una peculiar preferencia por la carne cruda, su glotonería les llevaba a devorar con entusiasmo comidas realmente repugnantes, todos ellos sudaban abundantemente, favoreciendo un olor nauseante y ninguno de ellos pareció engordar de manera excesiva a pesar de lo mucho que comían. Se desconoce si estos tres franceses padecían algún tipo de enfermedad psicológica, pues no se han hecho estudios sobre ello, aunque no cabe duda de que estas características muestran que algo tenían en común. De los tres, la historia que más me ha fascinado es la de Tararre y por ello os la traigo al blog.
Tararre fue el glotón más conocido de su tiempo. Se desconoce si Tararre era su nombre real o un seudónimo, pues se sabe que la expresión "¡Bom-bom tarare!" se usaba para describir explosiones o fanfarrias, y se ha especulado que quizás este seudónimo hiciera referencia a sus estruendosas flatulencias. Sí se sabe que nació en Francia, en una villa campestre a las afueras de Lyon. Desde niño mostró un enorme apetito, hasta el punto de que sus padres lo echaron de casa durante su adolescencia ante la imposibilidad de alimentar tal "monstruo". Durante años estuvo vagando por Francia junto con ladrones, prostitutas y vagabundos y fue empleado como payaso. En su espectáculo, Tararre tragaba piedras, corchos, animales vivos, lo que atrajo la atención del público. En 1788 se trasladó a París donde ahorró algo de dinero con representaciones en la calle, engullendo todo tipo de cosas. Una vez, tras sufrir una obstrucción intestinal, fue trasladado al hospital donde le fue administrado un potente purgativo que tuvo el efecto deseado. Lejos de cogerle miedo a eso de engullir todo lo que se le ponía por delante, hizo una pequeña demostración al doctor que le atendió engulliéndole su reloj con el fin de demostrar su "talento".
Durante la Revolución Francesa, Tararre decidió alistarse como soldado, pero la dieta que le proporcionaba el ejército era del todo insuficiente para él, por lo que fue llevado al hospital en un estado total de agotamiento. Allí se le empezó a dar una ración cuatro veces mayor que la ración normal del ejército, y esto atrajo a los doctores del hospital militar. Le practicaron una serie de experimentos psicológicos de mano de M. Courville, cirujando del regimiento de Hussars, y el profesor Percy, cirujano en jefe del hospital. Durante meses se le hicieron todo tipo de tests en los que Tararre comió prácticamente de todo. En uno de ellos se le hizo comer una caja con unos papeles dentro, al cabo de unas pocas horas Tararre "expulsó" la caja de madera con los papeles prácticamente intactos, por lo que el Dr. Courville pensó que bien podía ser útil como espía en la guerra contra el enemigo. El objetivo de este, por tanto, era robar documentos secretos del enemigo, meterlos en una caja de madera y después engullirla para pasarlos de un lado a otro sin que nadie le pudiera pillar.
La idea de Dr. Courville fue muy bien recibida y Tararre fue empleado como espía por el ejército francés. Su primera tarea fue el de enviar una carta secreta al coronel francés cautivo de mano de los prusianos en la frontera cerca de Neustadt (Alemania). No obstante, no todo confiaban en la habilidad mental de Tararre, y el General Beauharnais no quiso confiarle documentos de importancia aunque le hizo creer que lo que llevaba eran papeles de gran importancia. Lo cierto es que la carrera como espía del glotón francés fue breve y desastrosa, ya que fue interceptado por los prusianos. Después de varias horas de tortura, lo confesó todo y fue obligado a tomar un laxativo que le hizo expulsar la caja de madera. Fue una gran decepción para estos ver que lo único que contenía la caja eran papeles sin importancia. Tras esto, Tararre regresó al hospital y le pidió al profesor Percy que lo curara de su glotonería.
Al cabo del tiempo, a pesar de los esfuerzos del profesor, la glotonería de Tararre no pudo curarse y, tras la desaparición de un niño de catorce meses, este fue considerado sospechoso del hecho y ni siquiera los doctores pudieron ayudarle. Cuatro años después de esto, el profesor Percy fue informado por un amigo suyo que Tararre había sido ingresado en el hospital de Versailles en unas condiciones realmente lamentables. Al parecer, el glotón quería que el profesor lo examinara, ya que estaba convencido de tener un tenedor de oro en el estómago que había engullido hacía tiempo y que no había podido expulsar. Lo cierto es que Tararre sufría de tuberculosis y precisamente de eso se murió. La autopsia demostró que sus intestinos estaban podridos y llenos de pus y que el estómago era verdaderamente enorme. Tararre murió solo y siendo un objeto de curiosidad.
Fuente:
Bondeson, Jan: The two-headed boy and other medical marvels, Cornell University Press, 2000.
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