13 de julio de 2010

Sir Walter Ralegh y la búsqueda de El Dorado (I)

Sorprendentemente, en ocasiones, las películas con un fondo histórico introducen personajes históricos reales que es difícilmente creemos que en un pasado existieron y consideramos su historia fruto de la "libertad artística" de guionistas y directores para que la historia sea más interesante de lo que ya es. Eso me pasó a mí con el personaje de Walter Ralegh-interpretado por el magnífico Clive Owen- en la película de "Elizabeth la Edad de Oro"-película que no se incluye entre mis favoritas, pero que recomiendo ver-. Y es que, en estos días que ando buscando monstruos en América del Sur, he descubierto que Walter Ralegh fue uno de los grandes expedicionarios que marcharon en busca de El Dorado, esa ciudad mítica toda de oro que muchos buscaron y que nadie, como es obvio, encontró. Esta fue su historia:



Walter Ralegh era el hijo de una familia de avolengo de Devon y se había unido a la corte de la reina Isabel tras unos breves estudios de leyes en Oxford. Con gran sutileza consiguió atraer el interés de la reina, en parte con la ayuda de su medio hermano Sir Humphrey Gilbert, y en parte por su buena apariencia y encanto. Ralegh escribió poesías de amor a la reina Isabel I y de este modo ganó su afecto. Llegó a ser uno de los hombres más influyentes de Inglaterra y entró a formar parte del círculo de cortesanos favoritos de la reina. Tras varias expediciones exitosas consiguió la conianza de la reina. Fue miembro del parlamento y financió barcos corsarios cuyas víctimas principales eran los españoles. Obtuvo la concesión de la colonia de Virginia y el título de caballero en 1585. Sin embargo, este éxito empezó a decaer a partir de 1592, Robert, Conde de Essex, le estaba robando a la reina, pero lo que verdaderamente inició el descenso de Ralegh fue su matrimonio secreto con una de las damas de hinor de la reina: Isabel Throckmorton, con la que tuvo un hijo. Por ello, tanto él como su recién esposa, fueron encerrados en la famosa Torre de Londres. Aunque su estancia fue breve nunca recuperó el efecto y la confianza de la reina.


A medida que transcurrían los años y Ralegh continuaba alejado de la corte, decidió que debía llevar a cabo una acción espectacular para recuperar su anterior posición. Fue entonces cuando entró en juego la historia de El Dorado. En 1596 escribió que desde hacía años renía constancia de un imperio en Guayana, por lo que pensó que si de verdad existía ese imperio debía ser conquistado por Inglaterra y no por España. Obviamente no partía de la nada, ya en 1594 había leído el informe de Domingo de Vera, español obsesionado con El Dorado, un informe cargado de fantasía que hablaba de los límites del El Dorado.


En 1595 Ralegh viajó a Trinidad, allí se hizo con un buque portugués con vino a bordo. Ese vino fue aprovechado por Ralegh para emborrachar a los españoles que se hallaban en Trinidad. Posteriormente capturó a Antonio Berrio, la persona que más sabía sobre El Dorado, e inició su expedición por el Orinoco. Para ello, viendo que por el Orinoco no podría navegar con los buques que usaba en el mar, preparó una serie de embarcaciones para poder navegar por dicho río con provisiones para cien hombres durante un mes. El viaje fue una verdadera tortura hasta que llegó al delta y se encauzó por el Orinoco. Por otro lado, Ralegh aplicó una política bastante inteligente en esta expedición de reconocimiento, esta era la de ganarse la amistad con los indios, por un lado por principios humanitarios, pero por otro para posteriormente inducirlos a rebelarse contra los españoles. Para ello les hablaba de la reina virgen e impedía a sus hombres abusar y violar a las mujeres. Asimismo se interesó por las costumbres de los indígenas. La culminación del viaje de reconocimiento fue ver el Caroní.

De regreso al Caribe, los barcos de Ralegh trataron de ganar algún tesoro para financiar el viaje, aunque poco consiguió. En agosto estaba de regreso en Plymouth. A pesar de las grandes expectativas y de la ayuda de sus amigos, la reina se mostró poco o nada interesada en el fabuloso reino, ignoró al caballero y su propuesta de conquista. Con el fin de salvar su reputación escribió Descubrimiento...de Guayana que publicó en 1596. En dicha obra recogía todas las leyendas en torno al Dorado, incluyendo las fantasías de Domingo de Vera entre las que se encuentra la historia de la tribu ewaipanoma, una tribu de hombres cuyas cabezas no estaba sobre los hombres, cuyo ojos estaban en sus espaldas, con bocas en mitad del pecho y una larga cola de cabello que crecía hacia atrás entre los hombros. Sin duda alguna, Ralegh sabía como atraer el interés hacía una expedición en Guayana.

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