18 de marzo de 2011

Monstruos en el Nuevo Mundo: Cinocéfalos y Sirenas.

1. Cinocéfalos.

Los hombres con cabeza canina fueron situados en el nuevo continente desde un primer momento. Cristóbal Colón fue el primero en describirlos en su famoso "Diario de a bordo". El 4 de Noviembre de 1492, el Almirante hacía la siguiente descripción de los susodichos seres:

"Entendió también que lejos de allí había hombres de un ojo y otros con hocicos de perros que comía los hombres, y que en tomando uno lo degollaban y le bebían la sangre y le cortaban su natura".


Al leer esto, sin duda, nos viene a la mente una especie de ser monóculo y caníbal. Debía ser bastante extraño lo que Colón vio para describirlo de esa manera, o bien, haber dejado ir su imaginación aunque siempre teniendo como base ideas anteriores de lecturas de obras como las de Mandeville o Marco Polo.




No sería ésta la única vez que el Almirante viera estos seres, el 26 de Noviembre volvería a verlos y deducía que debían de pertenecer al señorío del Gran Can. Al hacer esta deducción, Colón pretendía hacer ver que irremediablemente estaba en el reino del Gran Khan en Asia, por lo que ésos "cani" (perro en latín) debían de ser sirvientes o habitantes de dicho reino.

Desde el propio continente europeo también se recogían historias de cinocéfalos americanos, el propio Licóstenes recogería en el apéndice de su obra que en el continente americano habitaba un linaje de hombres con cabeza de perro.

2. Sirenas


Las sirenas, entendidas como nereidas y no como la mitología griega la describía, también fueron un mito que estuvo presente en el continente americano. El 9 de enero de 1493, Colón recogía lo siguiente en su famoso "Diario de a bordo":

“El día pasado, cuando el Almirante iba al Rio de Oro, dijo que vido tres sirenas que salieron bien alto del mar, pero no eran tan hermosas como las pintan, que en alguna manera tenían forma de hombre en la cara. Dijo que otras veces vido algunas en Guinea en la costa de Manegueta” .

Sin embargo, no siempre era oro todo lo que relucía y es posible que Colón no viera a verdaderas sirenas sino a los manatíes, peces que morfológicamente tenían cierto parecido con el ser humano y que luego fueron recogidos por cronistas como López de Gomara como peces y no sirenas.

A pesar de todo, las historias de sirenas no dejaron de circular y los cronistas no dudaban en incluir estas historias en sus obras. Fernández de Oviedo recogía los testimonios de marinos que afirmaban haber visto sirenas, como el de Alonso de Santa Cruz. Así como las historias de otros dos marino que contaron cómo paseando por la playa se encontraron con estos seres los cuales salieron espantados al ver los perros que los conquistadores llevaban, e incluso cuentan cómo mataron a uno con palazos.

Otro autor que también se hizo eco de la presencia de sirenas en el Nuevo Mundo fue Pedro Mártir de Anglería. Aunque este último se mostró bastante escéptico a la hora de creer en esas fantasías.

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