26 de julio de 2013

El arte de observar (II)

Instrumentos para la investigación en las expediciones botánicas del siglo XVIII. Entre ellos dos especialmente importante para esta entrada: microscopio y telescopio, dos elementos fundamentales para la observación.

En la entrada anterior explicaba como la "observatio" emergió en el siglo XVI como un género epistemológico triunfal que alcanzó sus primeros éxitos en el campo de la astronomía y la medicina, pero que luego se extendió al resto de las ciencias. Las características del género epistemológico de las "observationes" eran, primero, un énfasis en eventos particulares, testigos de primera mano por un autor reconocido (en contraste a la acumulación de datos anónimos descritos por Cicerón y Plinio como típicas "observationes"); segundo, un deliberado esfuerzo de separar observación de la conjetura y, tercero, la creación de una comunidad de observadores dispersos en el tiempo y en el espacio que comunicaban y unían sus observaciones en cartas y publicaciones.

A partir de la segunda mitad del siglo XVII, las "observationes" dejan de ser un género epistemológico para convertirse en toda una técnica cognitiva esencial para todas las artes y ciencias que se desarrollarían durante ese siglo y el siguiente. Una técnica que fue innovándone en el hacer, el uso y la conceptualización de la observación con nuevos instrumentos como el telescopio, con nuevas técnicas para cotejar y coordinar la información y, sobre todo, nuevas ideas sobre la relación entre la razón y la experiencia. Es, en este momento, cuando se produce la ruptura definitiva entre "experimenta" y "observationes", en la base de que en la primera se intervenía en el curso de la naturaleza para producir un efecto o estudiar unos efectos que podían o no ocurrir en la naturaleza, mientras que el segundo examinaba la naturaleza tal y como se presentaba -con o sin la ayuda de instrumentos-. Aún así los términos tuvieron un divorcio lento e incluso D'Alembert llegó a decir que ambas formaban un círculo sin salida, la experimentación necesitaba de la observación y viceversa.

Desde finales del siglo XVII,  la técnica de la observación empezó a hacerse muy compleja, con procedimientos especiales y llevada a cabo bajo determinadas circunstancias, del tal manera que se pudiera diferenciar de una observación científica de la que no. A finales del siglo, los observadores científicos debían ejercer un cuidado inusual, a veces un cruce de comprobaciones en grupo. Los observadores científicos de los siglo XVII y XVIII eran conscientes de que desarrollaban nuevas prácticas de percepción erudita, atención, juicio y memoria, y herramientas tales como el cuaderno o la lupa eran imprescindibles. Tres elementos eran fundamentales en la labor de la observación:

1. Régimen de repetitiva observación del mismo objeto.
2. Tomar nota. Sin duda alguna, el tomar nota era algo que viene de antiguo, pero tiene su historia y está ligada al desarrollo de las prácticas de observación de la Edad Moderna. Era importante remarcar, describir y recordar lo observado.  3. Prestar atención. Observar fue principalmente un ejercicio de atención, en el caso de los naturalistas de la Ilustración eran muy puntillosos, magnificada y deliberadamente repetitivo.
4. Síntesis y descripción. El resultado de las prácticas anteriores es una avalancha de detalles descriptivos tanto visual como verbal. Tras observar repetitivamente y tomar nota, y prestar atención, el observador debía unir todo esos fragmentos para realizar un mosaico coherente pero no para reconstituir el objeto observado, sino para crear un objeto general. 
A mitad del siglo XVIII, la observación era era practicada, teorizada y celebrada en casi todas las ciencias. La observación requería tiempo y dedicación de quienes la practicaba de ahí que se convirtiera en todo un modo de vida, criticada, en ocasiones, por muchos moralistas que veían como muchos naturalistas sacrificaban a sus familias y su salud por el régimen de observación. Aún así, no se debe entender al observador como un ser antisocial, pues generalmente mantenía contacto sobre todo por correspondencia, pero sí como un ser solitario. 

Bibliografía (se complementa con la anterior entrada):

Daston, Lorraine: "The empire of observation, 1600-1800", en Daston, Lorraine; Lunbeck, Elizabeth (Eds.): Histories of Scientific observation, Chicago y Londres, University of Chicago Press, 2011. Pp. 81-113.

2 comentarios:

  1. De las cosas que me "mandaste" leer, creo que ha sido de lo que más me ha gustado. Dos trabajos muy interesantes y muy bi3n escritos.

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